La navegación en solitario atrae a muchos aficionados al mar, ya que ofrece una libertad total y una conexión única con el océano. Sin embargo, requiere una elección meticulosa del yate, que debe ser fácil de manejar, seguro y adecuado a las necesidades del navegante. Entre el tamaño del barco, la comodidad y el presupuesto, hay varios criterios a tener en cuenta para que la experiencia sea un éxito.
Elegir un yate para navegar en solitario exige considerar detenidamente una serie de criterios. El tamaño ideal suele estar entre 30 y 40 pies, lo que ofrece un buen compromiso entre facilidad de navegación y comodidad a bordo. La maniobrabilidad y la seguridad son aspectos esenciales a tener en cuenta, al igual que el equipamiento necesario para garantizar una navegación fluida y sin problemas. Teniendo en cuenta estos factores, cada navegante podrá encontrar el yate adecuado para su proyecto, ya se trate de largos cruceros o de salidas más deportivas.

¿Cuál es el tamaño ideal de un yate para navegar en solitario?
La elección del tamaño del yate depende sobre todo de la facilidad de maniobra y del nivel de comodidad requerido. Un barco demasiado grande puede ser difícil de manejar en solitario, mientras que uno demasiado pequeño puede carecer del equipamiento esencial. Para una navegación corta o una regata, un yate de menos de 10 metros suele ser suficiente. El First 210, por ejemplo, es un yate de 6,50 metros que permite navegar grandes distancias con total seguridad, sin dejar de ser fácil de manejar. Pero puede carecer de la potencia eléctrica (capacidad de la batería) necesaria para soportar la descarga de un piloto automático, por ejemplo.
Para quienes buscan un compromiso entre comodidad y prestaciones, un yate de 9-12 metros es una solución ideal. Modelos como el RM 890+ ofrecen una buena habitabilidad sin comprometer la maniobrabilidad. En cambio, si el objetivo es un largo crucero en solitario, un yate de más de 12 metros será más adecuado. Le permitirá llevar más provisiones y equipo, lo que le dará mayor autonomía en el mar.
Facilidad de maniobra y equipamiento esencial
Un yate diseñado para navegar en solitario debe ser fácil y eficaz de maniobrar. La presencia de un piloto automático es esencial para mantener un rumbo estable, especialmente en travesías largas. Los winches autoenrollables facilitan el trimado de las velas, mientras que un génova enrollable y un rizado automático permiten adaptar rápidamente las velas a las condiciones meteorológicas. El sistema de amarre también debe optimizarse, con un molinete eléctrico y un ancla fácilmente accesible para simplificar las maniobras de amarre.

El equilibrio perfecto entre comodidad y rendimiento
La elección del yate también depende del uso que se le vaya a dar. Para la navegación de recreo y las travesías largas, la comodidad es un criterio clave. Un yate con un camarote espacioso, un salón bien equipado y suficiente espacio de almacenamiento permite vivir a bordo varios días, o incluso varias semanas, en buenas condiciones. En cambio, para la navegación deportiva o las regatas, es preferible optar por un yate ligero y reactivo, como un JPK o un Ofcet 32, que maximizan la velocidad y las sensaciones en el mar.
¿Qué presupuesto debe destinar al mantenimiento?
Comprar un yate es sólo una parte del presupuesto. También hay que prever los gastos recurrentes de mantenimiento y almacenamiento. El precio de un yate varía en función de su tamaño y equipamiento, pero el mantenimiento anual representa una media del 10% del precio de compra. A esto hay que añadir el coste de almacenar el barco en puerto o en un amarre temporal, así como las reparaciones necesarias en función de las condiciones de navegación y el desgaste de la embarcación.

Solo, la seguridad ante todo
Navegar solo requiere una preparación rigurosa y un equipo de seguridad completo. Una radio VHF le permite comunicarse con otras embarcaciones y con los servicios de emergencia en caso de problema. Es esencial llevar una baliza localizadora personal (PLB) para señalar su posición en caso de emergencia. Debe disponer de una balsa salvavidas y chalecos autoinflables en perfecto estado de funcionamiento. Además, un sistema AIS mejora la visibilidad del yate para evitar colisiones con otras embarcaciones. Por último, se recomienda encarecidamente un buen mantenimiento de la embarcación y una formación específica en navegación en solitario para minimizar los riesgos.