Es el 12 de mayo de 2020 y Sarah, Aurélien, Nael y Mia parten en dirección a la Polinesia Francesa. Una partida difícil para Nael, que se había encariñado mucho con Costa Rica: escuela, amigos, animales anclados y para Mia, que sufría de mareos.
Rápidamente, hay que gestionar las tormentas en los Doldrums adaptando la superficie de las velas, los cambios de velocidad y dirección del viento, las borrascas, etc. Todo el mundo a bordo está ocupado como puede.
Al final, estas primeras 36 horas de navegación se harán a motor, ya que el viento habrá decidido desaparecer. Por lo tanto, Aurélien se ve obligado a repostar, ya que todavía tiene que esperar 24 horas para conseguir algo de viento del sur.
Después de un cuarto día a motor -el viento es de frente-, Maloya vuelve a navegar. El 5º día es el de la entrada de los vientos alisios La noche ha sido difícil para Sarah, con chubascos a los que hay que hacer frente, cambios en la dirección del viento y niños que se despiertan.
Tras una semana en el mar, la vida a bordo se organiza y los organismos se amarinan. La familia sigue aprovechando para comer verduras frescas, Sarah se ocupa de los niños por la mañana mientras Aurélien termina su noche, en fin, la vida sigue al final, sin demasiados cambios tras un encierro de mes y medio
Salimos de Maloya en el norte de las Galápagos, aprovechando el paso de charranes y alcatraces por encima del barco. El principio fue lo más duro, pero el grueso de las tormentas y chubascos ya ha pasado. El resultado de esta primera semana: ¡60 horas de motor!
