El Canal de la Mancha es una de las rutas marítimas más transitadas del mundo, por la que pasan a diario todo tipo de buques: portacontenedores de más de 400 metros de eslora, petroleros de 320.000 toneladas, gaseros, transbordadores, pesqueros, etc. Casi el 20% del tráfico marítimo mundial pasa por el Canal de la Mancha, que da servicio a los principales puertos del norte de Europa, de Hamburgo a Le Havre. Esta densidad de tráfico plantea importantes retos para la seguridad marítima y la protección del medio ambiente.
Sistemas de navegación seguros
Los DST, o esquemas de separación del tráfico, se crearon para mantener la fluidez y seguridad del tráfico, especialmente en pasos estrechos y angosturas. Para evitar colisiones y contaminación, las autoridades marítimas francesas y británicas han introducido normas de tráfico específicas en el Canal de la Mancha. Desde los años 70, se han creado tres dispositivos de separación del tráfico (DST): el DST del Paso de Calais, el DST de Casquets y el DST de Ouessant. Estos DST organizan el tráfico de buques en dos o tres carriles paralelos, separados por zonas tampón. Los buques que transportan materias peligrosas deben utilizar el carril más alejado de la costa. Los buques deben informar de sus entradas y salidas de las DST y comunicar la naturaleza de su carga.
El Canal de la Mancha es también una zona de actividades marítimas diversas, que pueden entrar en conflicto con el tráfico comercial. La pesca, la navegación de recreo, la extracción de áridos marinos, la instalación de cables submarinos o de turbinas eólicas en alta mar son usos que comparten el espacio marítimo. El Canal bordea también costas frágiles y muy urbanizadas, con parajes naturales notables, industrias de alto riesgo y centrales nucleares. Preservar estas costas es, por tanto, un reto importante para la economía y el medio ambiente de las regiones circundantes.
