Tarifas que no siempre son tan públicas...
Como cualquier navegante que visita un salón náutico, su primera preocupación es subir a bordo y descubrir los barcos. Pero al bajar suele surgir la pregunta: "¿Qué precio tiene este magnífico yate o esta magnífica lancha rápida?" Así que empiezas a buscar información en el stand, con mayor o menor éxito. El concesionario que te ha hecho la visita suele darte un precio base, a menudo sin conocer el precio de la versión visitada.
En el Salón Internacional del Multicasco de La Grande-Motte, comprobamos que alrededor del 50% de las versiones que visitamos no mostraban sus precios. En el caso de las unidades más grandes, algunas indicaron que no mostraban los precios "sólo para personas realmente interesadas..."
Legalidad y accesibilidad del sueño de la navegación
Habrá quien se ofenda al ver su precioso barco comparado con un kilo de patatas, pero en Francia, el incumplimiento de la obligación de exponer los precios en los mercados conlleva multas periódicas por parte de los funcionarios. Salvo excepciones, como en el caso de las obras de arte, donde el precio puede ser más discreto, o de los comercios con demasiadas referencias que pueden remitir a un catálogo, la indicación de los precios con todos los impuestos incluidos debe ser visible, sin que el cliente tenga que pedirla.
Aparte de los matices de aplicación de que pueden presumir algunos fabricantes, el hecho de que los precios se expongan tan mal en los salones náuticos plantea dudas sobre la transparencia ofrecida a los navegantes. Navegar puede ser un sueño, pero tiene un precio. ¿Exponer claramente el precio no sería una señal de respeto hacia sus clientes, y a veces incluso una forma de contrarrestar la imagen de lujo inaccesible?