Un reto deportivo para volver a conectar con el canal
Léa Jamelot, antigua integrante del equipo francés de kayak sprint, ha decidido cruzar el interior de Bretaña, no por la competición, sino para demostrar su apego a un lugar fundacional: el canal de Nantes-Brest. Durante quince días, recorrerá los 364 kilómetros del canal, con sus 237 esclusas, a un ritmo de 30 a 40 kilómetros diarios.
Este proyecto no tiene nada que ver con el turismo: es una introspección, una vuelta a sus raíces, ya que fue en este canal donde descubrió el piragüismo a los nueve años, en una colonia de vacaciones.
Promover un patrimonio fluvial a menudo ignorado
El canal de Nantes a Brest, construido en el siglo XIX por razones económicas y militares, atraviesa territorios a menudo alejados de los grandes flujos turísticos. El proyecto "Léa de Nantes à Brest" pretende documentar un patrimonio discreto pero vivo, poniendo de relieve a los escluseros, los habitantes, los artesanos, las organizaciones comunitarias y los paisajes que atraviesa.
En cada escala se organizan encuentros con cervecerías locales, locales de terceros, escuelas, asociaciones náuticas, etc. Un tejido rural y fluvial que toma forma a través de historias, imágenes e intercambios.

Una expedición logística y audiovisual
Detrás de la aparente sencillez del âeuros paddle âeuros se esconde una gran organización técnica. Léa es seguida por un equipo de diez personas, incluido un barco de asistencia construido en madera por Samuel Année. Esta embarcación sirve de base logÃstica para filmar las etapas, editar, almacenar el material y prestar apoyo cuando sea necesario.
Cada día se documenta para una serie web de 18 episodios que se emite con dos días de diferencia. También se está produciendo un documental.
Un compromiso ecológico y humano
Uno de los objetivos declarados de Léa Jamelot es concienciar sobre la necesidad de preservar el agua y el canal. En la era del cambio climático, este tipo de vías fluviales presenta un amplio abanico de retos, desde la gestión de los caudales hasta la biodiversidad de las riberas.
El desafío se inscribe también en una dinámica de vínculos humanos. Niños, clubes de kayak, excursionistas y familias se cruzan en el camino de Léa. Algunos reman con ella durante un rato, mientras que otros la acogen en lugares insólitos, como cabañas sobre el agua o barcazas reconvertidas.

El canal como vínculo social y cultural
La travesía de Léa también se convierte en un pretexto para reunir a la gente: conciertos, food trucks, proyecciones de vídeo, eventos deportivos, talleres de bienestar, mercados... Cada etapa se concibe como un espacio de intercambio entre habitantes, instituciones y visitantes.
El proyecto cuenta con el apoyo de la Región de Bretaña, varios de los departamentos que atraviesa (Loira Atlántico, Morbihan, Finisterre) y numerosas autoridades locales.
En un momento en que el turismo fluvial y el patrimonio del interior permanecen a la sombra de la costa, este tipo de iniciativas plantea interrogantes: ¿cómo reinvertir en nuestras vías navegables? ¿Qué papel pueden desempeñar los usuarios de los canales en la transmisión de este patrimonio? El desafío de Léa Jamelot es una invitación a redescubrir estas tierras entre dos orillas, donde la navegación lenta nos habla de otro ritmo, de otro mundo.