Muchas vías navegables siguen teniendo sus esclusas manejadas por humanos, mientras que otras han optado por sustituir a los agentes por sistemas automáticos. Es una pena para el contacto humano, pero funciona muy bien, siempre que los navegantes sepan cómo interactuar con el sistema. El usuario debe poder indicar sus intenciones al sistema y leer las indicaciones que se le dan sobre el progreso de la maniobra para que ésta se desarrolle sin problemas.
Anúnciese en las esclusas
Cuando descubra una nueva vía navegable, también debe familiarizarse con su sistema de esclusas. Existen varios sistemas de control para indicar al sistema automático su intención de pasar por la esclusa:
- Bolardo en la orilla
A veces, un miembro de la tripulación tiene que desembarcar y pulsar el botón de un terminal de control en el muelle. Para evitar el riesgo de vandalismo, estos terminales están a veces equipados con llaves que le entregan las empresas de alquiler o en la primera cerradura. Basta con pulsar el botón "arriba" o "abajo" para preparar la cerradura y abrir las puertas.

- El poste
Algunos sistemas automáticos permiten anunciarse desde el barco. En este caso, un poste, a menudo un tubo flexible de gran sección, se suspende de un cable por encima del canal de acceso a la esclusa. Al pasar por debajo, un miembro de la tripulación lo agarra y le da un cuarto de vuelta.

En la primera esclusa, el navegante recibe una caja de control remoto. Al acercarse a la esclusa, debe apuntar la caja al terminal de detección del camino de sirga. Una luz intermitente confirma que la orden se ha tenido en cuenta.


- El mando a distancia geolocalizado
Algunas cajas están geolocalizadas y detectan en qué cerradura te encuentras. El GPS tarda un momento en inicializarse y debes encender la caja uno o dos minutos antes de que tengas que utilizarla.

- Cadenas de cierre
Algunas cerraduras funcionan en cadena, es decir, cuando se deja una, se inicia automáticamente la preparación de la siguiente. La obligación es informar al puesto de control por teléfono si tiene que parar, y luego cuándo volverá a empezar.

Semáforos
Todos estos sistemas tienen en común que funcionan con luces bicolores que validan que la solicitud ha sido tenida en cuenta y confirman que el carril está libre.

Detección en la entrada
Cuando la embarcación pasa por las compuertas, un sensor confirma que la(s) embarcación(es) ha(n) entrado en la cámara de la esclusa. Si hay varios barcos pasando por la esclusa, entre sin prisa para que el sistema automático pueda detectar cada barco.

Postes de control
Cuando cada embarcación ha pasado sus amarres, la maniobra propiamente dicha se lanza mediante un sistema de dos palos colocados a lo largo del bajoyer en el centro de la cuenca. Levantando el azul, se pone en marcha la cuenca, bajando el rojo, se interrumpe en caso de peligro. Un timbre anuncia el cierre de las puertas y luego se abren las válvulas. El sistema se ajusta para que sea progresivo y las compuertas se elevan primero a la mitad para evitar una turbulencia excesiva. Cuando se establece el nivel, el timbre vuelve a sonar y las puertas se abren.

Un sensor cuenta el flujo de salida
Los barcos salen y vuelven a pasar por un detector que asegura que todos los barcos que han entrado salen. Esto evita que las puertas se cierren sobre un rezagado. Si un barco está esperando en la dirección opuesta, ¡no debe aprovechar las puertas abiertas para escabullirse! Debe seguir el procedimiento completo, ser detectado y esperar a que la luz lo invite a entrar.

Estos sistemas funcionan muy bien, siempre que cada navegante sea lo suficientemente paciente y atento. Si el sistema automático detecta un peligro, cierra las compuertas y se pone a salvo hasta que la intervención humana le permite volver a ponerse en marcha. Cada cerradura automática está equipada con un intercomunicador que permite localizar a un agente. El agente puede reiniciar el ciclo desde su puesto de control si confirma la ausencia de peligro o se desplaza a otro lugar si es necesario.