Encontramos a Sarah y en sus brazos a su hija Mia, sólo tres horas después de su parto. En Bonaire desde su tercer trimestre de embarazo, es en esta isla holandesa, a poca distancia de Venezuela, donde la joven eligió dar a luz a su bebé. La familia viajará ahora de cuatro en cuatro. Este nacimiento es también la ocasión de una gran fiesta en tierra y en el mar de todos los compañeros de barco que comparten el fondeadero con Maloya.
Durante un mes, Sarah, Aurélien, Nael y Mia prolongarán su estancia, mientras obtienen el pasaporte de Mia que les permitirá continuar su viaje a Colombia y Panamá. Así que compartimos su vida cotidiana a bordo de Maloya. Anclados cerca del centro de la ciudad, organizan su vida, un poco como la gente de la tierra, salvo que todo se hace en el bote: las enfermeras vienen a proporcionar los cuidados necesarios a Mia y Sarah, Nael va a la guardería como lo ha hecho cada mañana durante los últimos tres meses.
Además de la rutina diaria, se organizan paseos en remo, sesiones de natación y de buceo. Sarah podrá retomar esta actividad un mes después de dar a luz, en compañía de su profesor. Un pequeño curso de actualización que le permitirá acompañar las próximas inmersiones en autonomía.
Ha pasado un mes, y ahora es el momento de que Aurélien recoja el pasaporte de Mia en Curaçao, una isla caribeña que forma parte del Reino de los Países Bajos y donde la influencia holandesa es claramente visible.