Semana de Kiel: una tradición imperial convertida en la mayor semana de regatas del mundo

De la corte del Kaiser Guillermo II a los veleros olímpicos, la Semana de Kiel ha ido viento en popa desde 1882. En la actualidad, es el mayor acontecimiento de vela de competición del mundo, que combina deporte, cultura y fiestas populares. Una mirada retrospectiva a 143 años de historia y patrimonio.

Un nacimiento imperial

L'empereur Guillaume II
Kaiser Guillermo II

La primera Semana de Kiel se inauguró el 17 de junio de 1882. El acontecimiento nació bajo la estela del Emperador Guillermo II, aficionado a la vela y gran defensor de la ciudad portuaria alemana. La regata pronto se convirtió en un símbolo de prestigio naval para la Alemania Imperial. Yates como el Meteor IV y el Germania compitieron, marcando el inicio de una época dorada para la construcción naval de competición.

La goélette Meteor IV
La goleta Meteor IV

La Semana de Kiel no es sólo un acontecimiento deportivo; es también un espejo de la historia alemana. El hecho de que un zepelín sobrevolara las regatas en 1913 da fe de la fascinación tecnológica de la época. Pero la Primera Guerra Mundial frenó bruscamente el impulso. Hasta 1920 no se reanudó el evento, antes de sufrir otro eclipse con la llegada del régimen nazi.

Reconstrucción de posguerra

Fue en 1948 cuando la Semana de Kiel ha renacido, por iniciativa de varios clubes náuticos alemanes, entre ellos el Kieler Yacht-Club. Esta nueva era fue de cooperación y paz. A partir de los años sesenta, el acontecimiento recuperó su brillo internacional. En 1972, Kiel acogió de nuevo las regatas olímpicas de los Juegos de Múnich. El fiordo de Kiel se convirtió entonces en un escaparate mundial de la vela de alto nivel.

En 1993 se alcanzó un punto de inflexión decisivo: en respuesta al creciente número de participantes, la semana se dividió en dos periodos distintos: el primero reservado a las clases olímpicas y el segundo abierto a todo tipo de embarcaciones. Esta nueva organización permite gestionar mejor el acontecimiento, en el que participan cada año unas 2.000 embarcaciones y 5.000 participantes.

Una arena abierta a todos los formatos

La Semana de Kiel se distingue por la excepcional diversidad de los barcos que compiten. Hay botes, esquifes, multicascos, yates de regatas oceánicas, barcos de la marina alemana e incluso grandes veleros tradicionales. Desde principiantes locales en vela ligera hasta campeones olímpicos, hay algo para todos en el agua. El espectáculo es total, tanto para los competidores como para los espectadores congregados en las playas de Falkenstein o en el centro olímpico de Schilksee.

©Christian Beeck/Kieler Woche
christian Beeck/Kieler Woche

El acontecimiento visual más destacado de la semana es el gran desfile de veleros, organizado en mitad del evento. Cientos de embarcaciones, tanto tradicionales como modernas, salen juntas del centro de Kiel para desfilar por el fiordo, entre los aplausos de miles de visitantes que se alinean en las orillas.

Una institución popular y cultural

La Semana de Kiel no es sólo competición. También es una gran fiesta popular, que atrae hasta 3,5 millones de visitantes cada año. Más de 2.000 actos culturales, conciertos, exposiciones y actividades al aire libre jalonan los nueve días de fiesta.

El lema "libre, al aire libre y para todos" encarna el espíritu abierto del acontecimiento. El cartel oficial, que se renueva cada año desde hace varias décadas, se ha convertido en un icono visual, tanto un objeto de coleccionista como un acto de comunicación.

Leyendas y un rey

A lo largo de las décadas, algunos de los nombres más importantes de la vela han dejado su huella en Kiel: Dennis Conner, Paul Elvstrøm, Jochen Schümann, Russell Coutts, Sir Ben Ainslie y Peter Burling. Pero el hombre al que la Semana de Kiel considera su "rey" es un local: Wolfgang Hunger, tres veces olímpico y ganador de la Semana en 24 ocasiones. A sus 62 años, sigue aspirando a una victoria 25?. Su carrera encarna mejor que nadie el vínculo íntimo entre Kiel, sus regatistas y el espíritu de las regatas.

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