Souvenir de nav' / Parada en Pitcairn: encuentro del 3er tipo con los descendientes de los supervivientes del Bounty

Los largos cruces estimulan la imaginación. Una inesperada escala para navegar en una isla tan mítica e improbable como Pitcairn nos trae recuerdos. Surrealista, fuera de lo común, aquí hay algunos fragmentos de este fabuloso encuentro.

A veces la memoria sólo recuerda lo que le gusta. Viajando entre el archipiélago de Gambiers y Chile, tuvimos la increíble oportunidad de parar durante dos días en la roca de las revueltas del Bounty

Pitcairn
Pitcairn, una isla en el corazón del Pacífico ©C-Map Embark

En este islote, de una milla y media de largo y una milla de ancho, viven los descendientes de "Fletcher Christian" y los otros marineros que se refugiaron allí para escapar de la horca de la corona inglesa, acompañados por mujeres tahitianas que se habían embarcado algún tiempo antes. Quemaron la nave para no dejar rastro y fundaron una colonia. Hoy en día la isla es una dependencia británica gobernada por Nueva Zelanda. Su atraque sigue siendo delicado e imposible con vientos fuertes. Aprovechando una calma plana, pudimos anclar en la punta sudeste de la isla que el oleaje bordea sin encontrar ningún obstáculo. La isla es casi ovalada, sin un cabo o una bahía lo suficientemente profunda como para que el marinero pueda encontrar un verdadero refugio.

Pitcairn
No hay cala para protegerse ©C-Map Embark

Acogidos y transportados en quad por la policía de la isla, Brenda Christian, y luego por su hermano Steeve Christian, alcalde de Pitcairn, compartimos un fin de semana de festividades con los 43 habitantes de esta roca inaccesible. Jugamos al cricket y al voleibol en medio de esta tropa mixta, descalzos en una hierba cortada al suelo, una mezcla poco probable de cultura muy británica y tradiciones polinesias.

Pitcairn

Perdido en el medio del Pacífico Sur, este acantilado, cubierto de vegetación tropical y atravesado por caminos de tierra roja, es un festín para la imaginación. Brenda nos mostró la prisión de Pitcairn donde un solo prisionero languidecía en espera de juicio. Los jueces enviados desde Nueva Zelanda se esperaban con los suministros bianuales traídos por un solo carguero. Tres años más tarde, la Isla sería escenario de un resonante juicio, con los medios internacionales sosteniendo un caso digno del libro de William Golding, Su Majestad de las Moscas. Sin embargo, no hay asesinatos, sino asuntos de moralidad que implicarán, tres años después de nuestra visita, al alcalde que nos recibió y a un tercio de los hombres de la isla.

Pitcairn
Un residente de Pitcairn en 2001

Nunca encontré ninguna cobertura de prensa sobre el juicio de nuestro prisionero. Mi memoria mantiene que fue un asesinato, pero ya no me creo. Cuando el oleaje volvió, dejamos el fondeadero, que se había vuelto insostenible, sin poder saludar a nuestros invitados. Con el lazareto lleno de verduras frescas que nos ofrecieron nuestros anfitriones, tuvimos tiempo de cruzar a Valdivia (Chile) para preguntarnos sobre la parte inferior de la vida en la isla de Pitcairn. Pero ya las novelas de Francisco Coloane borraban estas consideraciones, preparándonos para el descubrimiento del Caleuche, este barco fantasma que parece rondar los canales de la Patagonia.

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