Un logro deportivo

Stéphanie Barneix, Alexandra Lux, Emmanuelle Bescheron, Itziar Abascal, Marie Goyeneche y Margot Calvet: estas seis mujeres acaban de lograr la increíble hazaña de cruzar a remo el océano más grande del mundo sobre una simple tabla de paddle surf.

Remando diariamente durante 4 horas cada una, día y noche, estas mujeres de agua no se rindieron. Durante las muchas semanas que duró la travesía, las condiciones fueron a veces hostiles. Además del mal tiempo, tuvieron que luchar contra la lluvia, el calor, pero también cohabitar con la fauna del Pacífico.

Hubo que tratar muchas picaduras de medusa y lidiar con la curiosidad de los tiburones, como explica Alexandra:
"Tuvimos que adaptarnos constantemente a las condiciones cambiantes del mar y del viento, que cambiaban cada día e incluso cada turno. A principios de marzo, tuvimos varios días con un gran oleaje de proa y viento en contra. Las etapas fueron física y moralmente difíciles. Tuvimos que ser perseverantes, pacientes y decididos durante todo el tiempo necesario para completar el proyecto. Cuestionarnos, ser pacientes, decididos, tener gusto por el esfuerzo, el trabajo colectivo, el humor y la perseverancia, sin todo esto, no habríamos podido tener éxito. "

Una aventura humana por una buena causa

Esta hazaña se logró en ayuda de la asociación Hope Team East, cuyo proyecto consiste en apoyar a través del deporte a niños en tratamiento o postratamiento contra el cáncer.
El objetivo de la asociación es equipar 9 centros asistenciales y establecimientos sanitarios con un tótem deportivo que permita mantener una actividad física adaptada en el hospital. El instalado en presencia del equipo de la expedición Cap Optimist en la sala de pediatría del Centro Hospitalario de Tahití se suma a los ya instalados en el Centro Hospitalario Pellegrin (en Burdeos), en el Centro Hospitalario de Bayona con la asociación Hau Eri, y en la asociación Entre Parenthèses, en Mont-de-Marsan. Otros están en proceso de instalación, sobre todo en el servicio de pediatría del hospital de Mont-de-Marsan, o en estudio, sobre todo en Marsella (asociación Sourire à la Vie), Toulouse (centro hospitalario) y el hospital Necker de París.

La asociación también acompaña a entre 10 y 15 niños y adolescentes, los "Súper Optimistas", para ayudarles a conseguir su reto, como un desafío ciclista, montar a caballo o hacer un raid familiar.
Una llegada mágica

Acompañadas de numerosas embarcaciones, las aguadoras desembarcaron en la playa de Temae, en Moorea.
Acogidos por sus familias, hijos y amigos, la emoción era tan fuerte e intensa como la hazaña que habían logrado. Niños de las escuelas de Teavaro de Moorea, niños enfermos y mujeres en remisión de un cáncer también habían acudido a honrar a los remeros, pero también a la tripulación del catamarán de asistencia.
Stéphanie Barneix lo explica:
"Es la culminación de un proyecto fantástico de varios años. Hubo altibajos, pero conseguimos crear un grupo que creyó en nosotros. La salida en Lima y la llegada a Moorea fueron momentos emotivos e impresionantes. Hubo momentos difíciles, pero siempre encontramos la manera de seguir adelante, gracias a la solidaridad en el barco. Estamos muy contentos por todos los que han trabajado en el proyecto. Es una mezcla de emoción, satisfacción y el final de algo. Vamos a volver a una vida normal, no es fácil, pero vamos a readaptarnos"
Y Margot Calvet añadió:
"El trabajo de preparación para la expedición mereció la pena. Tuvimos que ir hasta el final de nosotros mismos, a veces enfrentándonos a nuestros miedos, y conseguí disfrutarlo. El silencio, el cielo estrellado, los momentos de confianza con la tripulación... Salí del proyecto como una persona más grande. Aprendí mucho de las chicas, pero la mejor recompensa es haber inspirado a otros. Espero que la gente que lucha contra la enfermedad esté orgullosa de nosotras, las Optimistas se merecen esta travesía"
Esta increíble hazaña debería ser aprobada muy pronto por el Guinness World Records. Tras un breve descanso, nuestros remeros contarán su hazaña a los escolares de Punaa'ia y Moorea, antes de dirigirse al Instituto del Cáncer de la Polinesia Francesa (ICPF).
