Michel compró un velero de acero de 14 m el año pasado. Es un diseño de Jean-François André construido por un aficionado. Este bote con quilla embrionaria (1,35 m de calado, deriva alta) pesa 15 toneladas. Con su motor en línea de eje y sus 2 timones, maniobrar con el motor, especialmente en marcha atrás, no es fácil. El flujo de la hélice, de cuatro palas, pasa entre los 2 timones.
Navegando con su mujer, Michel imaginó equipar su velero con una hélice de proa. Tiene previsto soldar un túnel en la proa. Pero el coste prohibitivo de la instalación y la complejidad de todo el proyecto frenaron rápidamente su entusiasmo.

Un paliativo de la hélice de proa
Buscando una solución, se le ocurre ayudarse con el motor fueraborda de su embarcación auxiliar. Realiza un primer montaje provisional fijándolo en su faldón trasero. Se da cuenta de que, derivando bajo, el barco pivota bien alrededor de este eje central, sólo impulsado por el fueraborda. Por lo tanto, esta sería la solución, pero requiere tener una persona en la falda en todo momento durante la maniobra en el puerto para pilotar el fueraborda bajo las órdenes del timonel. Por ello, busca una solución más duradera.

Dos vainas eléctricas
Descubre que los motores eléctricos no son demasiado caros. Por ello, se interesó por los motores que suelen utilizarse en los barcos de pesca de la marca Minn Kota (distribuida en Francia por Navicom). Por lo tanto, optará por 2 motores de 1 kW cada uno. Cada motor se instala a cada lado del faldón y enfrentados. En consecuencia, el empuje de la hélice de uno u otro motor es siempre máximo (en el empuje hacia adelante y más fuerte que en el empuje hacia atrás, la hélice está diseñada para trabajar en esta dirección de rotación).

Femelos caseros
Por supuesto, no se puede navegar con estos motores instalados al otro lado de la carretera. Las 2 vainas sólo están unidas a la popa durante el tiempo de la maniobra portuaria. Para ello, Michel ha cortado piezas de Delrin, una especie de femelo, en las que vienen a parar los motores. Las hélices no son profundas, sino que están por debajo de la superficie del agua.
Para la conexión eléctrica, Michel (cuyo trabajo es) ha jugado un poco. Los 2 motores están conectados entre sí y se controlan con un interruptor instalado cerca del timón. Había pensado en un sistema de regulación, pero se dio cuenta de que era inútil. Así que lo simplificó con un simple botón de encendido y apagado. En cuanto se encienden, los motores están a plena potencia, uno empujando y el otro tirando (hacia delante y hacia atrás).
Fuente de alimentación de 24 V
Estos motores se suministran con 24 V. En lugar de crear un parque de baterías especial (el barco se alimenta en 12 V), Michel optó por instalar un generador. Este produce 220 V que convierte en 24 V (a través de un convertidor lo suficientemente potente como para soportar los 2 kW de los 2 motores). Este generador se utiliza además para todas las necesidades eléctricas del barco.

Facilidad de maniobra
Este sistema funciona muy bien. Ahora Michel y su mujer ya no están preocupados por las maniobras del motor. Es cierto que, al estar instalados en la popa, el empuje de los motores es contrarrestado por los timones (que hacen un plano antideriva). Una instalación de arco sería más eficiente, pero también mucho más complicada. El espejo de popa bajo el faldón del espejo de popa está justo a ras del agua.
Para ser funcionales, las vainas se instalan en la entrada del puerto. Se conectan rápidamente a dos tomas de corriente en el espejo de popa.
Muy lejos del precio de un propulsor..
En cuanto al presupuesto, la instalación completa le costó a Michel unos 1.500 euros. Cada motor eléctrico costó 500 euros cada uno, más unos 500 euros para su alimentación. Por supuesto, los conocimientos de electricidad de Michel facilitaron la instalación, pero el presupuesto final es mucho menor que el de un propulsor de túnel.

El pequeño extra
Michel también tiene previsto utilizar uno de los motores para su licitación. Al embarcar una pequeña batería de 24 V, puede utilizarla para desembarcar en silencio. En este caso, el motor utiliza los mismos femelos que en el espejo de popa del velero. No se requiere ninguna adaptación. La vaina eléctrica cabe tanto en el bote como en el velero.