Una reflexión sobre la elección de la hélice, limitada pero bienvenida
Vincent Thouvenel es desde hace dos años el feliz propietario de un velero de aluminio de 12 metros. Si navega bien, no es un barco de carreras. Sin embargo, le gusta mantener su rendimiento y se vio obligado a examinar el tipo de hélice instalada tras la pérdida de su hélice. "Mi barco es un diseño amateur de finales de los años 80, hecho por un amigo de Michel Joubert. Habría inspirado al arquitecto naval para el JNF 38. Se trata de una embarcación auxiliar con un desplazamiento de 8,2 toneladas y una superficie vélica de 85 m². Tiene una buena superficie vélica, pero no es un barco de competición. La compré hace 2 años con una hélice plegable Kiwi Prop. Desgraciadamente, lo perdí cuando iba de popa en el Erdre y me fue imposible encontrarlo", dice el navegante.
Obligado a encontrar una solución rápida, compró una hélice fija de 3 palas. "Fue complicado. He investigado mucho para encontrar esta hélice de segunda mano, pero no hay ninguna hélice con el paso adecuado que se pueda adaptar fácilmente. Al final, funcionó bien con el motor, pero rápidamente sentí el freno bajo vela. Así que rápidamente quise encontrar una hélice plegable", dice Vincent Thouvenel.

Mayor maniobrabilidad del motor
Tras investigar, finalmente se decidió por la marca Gori. "Las palas metálicas me tranquilizaron más que las de material compuesto, aunque el Kiwi Prop era eficiente, aunque la pérdida de mi hélice obviamente me dejó frío. Y el sistema Gori es un mecanismo precioso, que me sedujo de mi trabajo como mecánico de la marina mercante", justifica el marino. También destaca la sencillez del montaje, que se realiza de forma independiente al manual. Sólo un problema de traducción, que se está resolviendo actualmente, dejó una duda.

Vincent Thouvenel quedó impresionado por el rendimiento del motor. "Es eficiente en la marcha adelante, pero hay especialmente una ganancia en la marcha atrás, con un verdadero impulso. Sólo tengo 24 caballos, que es poco, pero consigo frenar en marcha atrás mucho mejor que con una hélice de palas fijas y hay mucho menos efecto de cabeceo", dice.

Un barco más rápido a vela
El efecto más buscado por el navegante es la ganancia a vela. Sin aportar cifras, el propietario estima la aceleración del barco en 0,5 nudos, al tiempo que señala que un carenado realizado al mismo tiempo que el cambio también es un factor. "Hay una verdadera sensación de deslizamiento, incluso con poco aire. Ciertamente es más caro que otras hélices, pero lo veo como una inversión que se puede valorar cuando se revenda el barco. Y es como las velas, es importante invertir en ellas para avanzar", concluye Vincent Thouvenel.