Una ruta alternativa al Canal de Panamá: un crucero en catamarán por la Patagonia

© Lazarina II

Stéphane y Michèle, del Lazarina II, eligieron una ruta poco habitual para unir Sudáfrica con la Polinesia: ¡vía la Patagonia! En su Fountaine Pajot Athéna 38 de 2004, navegaron durante cinco meses, luchando contra corrientes, vientos en contra y estrictas formalidades. Una experiencia poco común en un catamarán tan pequeño.

Navegar por la Patagonia no es una empresa común, especialmente en un catamarán de crucero de poliéster de 38 pies diseñado originalmente para el alquiler bajo el sol. He aquí el relato técnico sin ambages de un viaje entre Mar del Plata (Argentina) y Valdivia (Chile) por los canales de Tierra del Fuego.

Adaptación de un Fountaine Pajot Athéna 38 para la navegación extrema

Un Fountaine Pajot Athéna 38 de 2004 no está diseñado para latitudes extremas. Antes de embarcarse en la aventura, se llevaron a cabo varias modificaciones esenciales a bordo: instalación de un generador eólico, sustitución de los obenques, adición de un pequeño calentador de parafina y revisión completa de los dos motores. Se cambió la cadena del ancla (50 m en 10 mm) y se instaló un ancla brasileña tipo Rocna de 43 kg.

El barco tiene poco calado y dos motores, una ventaja en caso de avería o de que las algas queden atrapadas en las hélices. Sin embargo, la calefacción de la cabina sigue siendo su punto débil, y será difícil combatir la humedad permanente de la costa chilena. En cuanto a la navegación, la superficie expuesta al viento, sobre todo con el bimini y los paneles solares, seguirá siendo una fuente de preocupación durante el fondeo.

Navegar por Sudamérica implica formalidades estrictas y condiciones de navegación complejas. La entrada en Argentina tiene lugar en Mar del Plata, con sus complejos trámites administrativos: aduanas, sanidad, inmigración, prefectura. También se realizan controles de seguridad en el barco (balsa, extintores, VHF, Iridium, etc.).

La navegación hasta Ushuaia duró 43 días, con numerosas escalas (Camarones, San Julián, Isla de los Estados...). Algunas fueron elegidas, otras impuestas por la meteorología para dejar pasar un vendaval. Las bajas del oeste y del suroeste exigieron estrategias meteorológicas afinadas y numerosos fondeos de espera.

Cruzando los canales patagónicos entre Brasil y Chile.

El libro "Guía Náutica Patagonia & Tierra del Fuego", verdadera biblia, es indispensable para identificar las caletas y validar los amarres en las rocas. A menudo, el catamarán se amarra con 2 a 5 cabos en tierra, según la exposición y la previsión.

Navegar por los canales, sobre todo el Beagle, con los glaciares que bajan hasta el mar, seguirá siendo uno de nuestros recuerdos inolvidables. La extrema soledad también forma parte del placer de navegar por un territorio (casi) virgen.

Luego es una suave subida por la costa de Chile, con sus numerosas islas, siempre con el viento en la nariz. La Armada chilena impone itinerarios en esta región, solicitando posiciones diarias y controlando las salidas. Stéphane utiliza para ello un GO de iridio, ya que no quiere pasarse todavía al Starlink. El ascenso de 1.670 millas a lo largo de la costa de Chile se realiza casi en su totalidad a motor, contra el viento. Se avanza siempre de día y se fondea en las caletas por la noche.

Se requiere una vigilancia constante frente a las corrientes (hasta 8 nudos al norte de Chiloé) y los cambios de viento. Las paradas para repostar son escasas, pero suficientes (Puerto Williams, Edén, Natales, Aguirre).

Una ruta audaz, pero una alternativa al Canal de Panamá

Es una ruta difícil, pero económica y fuera de los caminos trillados. Se eligió la Patagonia como alternativa al Canal de Panamá, que se está volviendo prohibitivamente caro (3.000 euros en 2024). Pero si menos de diez yates al año siguen esta ruta al sur de América, no es por casualidad, dadas las condiciones encontradas. En un catamarán de 11,50 metros como el Athena 38, este tipo de navegación sigue siendo extremadamente raro. Las tripulaciones tienen que ser autónomas, curtidas, preparadas para hacer frente a la humedad, al frío, y para mantener su barco lejos de todo.

Feedback: ¿navegación unidireccional?

Hacer la ruta este-oeste de la Patagonia en catamarán sigue siendo una elección que no debe banalizarse. Stéphane no recomendaría esta ruta en este sentido. Dice que está contento de haberla hecho, pero que no volverá a hacerla en el futuro. Considera que la ruta es más lógica en la dirección Pacífico-Atlántico, con una mayoría de condiciones de viento a favor. Esta navegación "al revés" requiere un buen dominio de la meteorología, sólidas habilidades técnicas y coordinación de la tripulación. Está reservada a navegantes experimentados y bien preparados.

Navegación reflexiva

Navegar por la Patagonia en un pequeño catamarán de crucero es una empresa muy especial. Lejos de los fondeaderos masificados, esta ruta devuelve un lugar al compromiso marinero. Para los navegantes que deseen salir de los caminos trillados, la Patagonia ofrece un terreno de navegación exigente pero inolvidable. Queda por ver si en las próximas temporadas habrá más multicascos que se atrevan con el desafío.

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