¿Por qué el l*p*n trae mala suerte en el mar? Una superstición muy arraigada entre los marineros

No hay superstición entre los marineros de este ferry

Entre las muchas creencias que pueblan el imaginario marítimo, la que rodea al conejo ocupa un lugar singular. Aunque la navegación moderna se aleja de ciertas tradiciones, la mera mención de la palabra "conejo" a bordo sigue provocando escalofríos a algunos viejos lobos de mar. He aquí una mirada a una superstición tan tenaz como enigmática.

Prohibición de poner nombre a los conejos

En muchos puertos pesqueros y náuticos de Bretaña, del suroeste o incluso del Mediterráneo, todavía es habitual sustituir la palabra "conejo" por perífrasis: "el animal de orejas largas", "el primo de la liebre" o "el peludo que salta". La palabra en sí se evita, ya que se considera que trae mala suerte si se pronuncia a bordo. No se trata sólo de una coquetería lingüística: algunos marineros se niegan rotundamente a embarcar si se oye esta palabra antes de partir.

Origen incierto, pero sangriento

Se han propuesto varias hipótesis para explicar esta antigua aversión. La más común se refiere a los veleros de los siglos XVIII y XIX. En aquella época, los barcos transportaban a veces conejos vivos para comerlos frescos. Pero estos animales, famosos por su capacidad para roer todo lo que encontraban a su paso, causaban graves daños en las cuerdas, las velas e incluso los cascos de madera. Algunos naufragios se han atribuido a su presencia.

Otra versión, más oscura, evoca a los convictos convoyados a las colonias: sus ropas, de lona gruesa, eran similares a las utilizadas para los sacos de grano... o de conejos. El paso de un saco de conejos por los muelles podría haber evocado una analogía ominosa. Otros evocan leyendas según las cuales los náufragos veían conejos antes de la tragedia, como presagio de fatalidad.

Humor contra el destino

Ante esta superstición, algunos marineros se burlan de la maldición: pegatinas que representan conejos tachados, mascotas de peluche escondidas en un baúl... Pero pocos se atreverían a exhibir un conejo en su casco o bandera, por miedo a provocar a los elementos. Si no creemos en la maldición, preferimos no tentarla.

Un patrimonio marítimo

Como muchas otras supersticiones marítimas -mujeres a bordo, barcos verdes o viernes libres-, la del conejo es testimonio de una antigua y sagrada relación entre los marineros y el mar. Cuando la supervivencia dependía de la buena voluntad de los elementos, cualquier señal podía convertirse en un presagio. Y aunque la navegación moderna ha racionalizado en gran medida esta práctica, algunas tradiciones, como la del conejo, siguen profundamente arraigadas en la cultura marinera.

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