Chalecos salvavidas autoinflables: por qué el mantenimiento debería convertirse en un reflejo

Un navegante descubrió, a su costa, las consecuencias de un chaleco salvavidas autoinflable olvidado en el fondo de una bodega. Cuando lo probó, descubrió un importante defecto en la membrana. Esta historia pone de relieve la necesidad de revisar el equipo con regularidad, aunque no exista obligación legal de hacerlo.

Probar una vieja chaqueta autohinchable: un gesto inofensivo que revela un fallo crítico

En el fondo del maletero de su barco, Vincent encuentra un chaleco salvavidas con desbloqueo hidrostático Hammar. En el mecanismo, descubre una fecha de caducidad de 2006. El gatillo y su cilindro deberían haberse cambiado hace casi 20 años... Curioso, intenta saltar al agua para ver cómo funciona.

Si la e-inflación se disparaba normalmente, la membrana de la vejiga fallaba inmediatamente. El chaleco no se infló. Los otros 2 chalecos idénticos que llevaban el mismo tiempo en el fondo del maletero presentaban el mismo fallo.

"El chaleco se infló inmediatamente, pero se desinfló casi igual de rápido... la membrana de unión reventó"

Plus de 20 ans en fond de cale...
Más de 20 años en la sentina...

Sin normativa, pero con un mantenimiento esencial

Esta experiencia tan instructiva, aunque también muy extrema, demuestra la importancia de hacer revisar los chalecos salvavidas. No existe ninguna normativa que obligue a los navegantes a revisar sus chalecos salvavidas. Sin embargo, fabricantes como Plastimo, Secumar y Spinlock recomiendan una inspección cada dos años. Si el mantenimiento no se confía a un centro homologado (lo cual es recomendable cuando se trata de seguridad), puede no obstante realizarlo el propio navegante, siempre que cumpla determinadas etapas de inspección.

Le système Hammar qui n'est plus solidaire de la vessie
El sistema Hammar ya no está unido a la vejiga

Puntos de control durante el mantenimiento de un chaleco autohinchable

Las operaciones de comprobación son sencillas, pero deben realizarse metódicamente:

  • Inspección visual de la envoltura textil, las costuras y el gatillo.
  • Inflado externo mediante una bomba (evitar la boca para no introducir humedad).
  • Mantenga la presión durante 12 a 24 horas para comprobar la estanqueidad de la vejiga.
  • Pesar el cartucho de CO? (para sistemas UML), cuyo peso debe corresponder a las instrucciones del fabricante.
  • Comprobación de la fecha de caducidad de las cápsulas activadoras (Hammar o UML).
  • Reembalado cuidadosamente según el diagrama de plegado del fabricante.
Un système Hammar avec une date de péremption de 2006...
Un sistema Hammar con fecha de caducidad de 2006...

El daño invisible del tiempo: una amenaza silenciosa

En este caso, el desgarro se produjo en la unión entre la cápsula y la membrana inflable, una zona sometida a grandes esfuerzos. Este tipo de fallo, invisible hasta que se infla el chaleco, sólo puede detectarse durante una prueba de presión prolongada. Los plásticos y los materiales técnicos envejecen, sobre todo en condiciones de humedad o confinamiento como las de una bodega.

Evitar la trampa de los equipos viejos o fuera de servicio

Los chalecos autoinflables que tengan más de diez años, sobre todo si son de segunda mano o están olvidados desde hace tiempo, deben tratarse con precaución. Además del desgaste, toda la cadena de disparo del âeuros, desde la cápsula hasta la vejiga del âeuros, puede verse comprometida. La sustitución preventiva o el desguace son a veces la única opción fiable.

El precio de los nuevos chalecos autohinchables, que ronda los 100 euros, sugiere que no es un presupuesto para escatimar en seguridad de la tripulación.

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