A finales del siglo XX, la navegación por Ushant era una actividad arriesgada, marcada por los numerosos naufragios ocurridos en la región. Ante estas catástrofes, se buscaron soluciones para mejorar el posicionamiento en el mar, sobre todo en condiciones de visibilidad reducida, habituales en estas aguas.
Aunque la navegación astronómica era eficaz para las travesías largas cerca de la costa, los navegantes seguían teniendo que basarse principalmente en la navegación a estima, limitada a las señales visuales de los puntos de referencia y los faros. En este contexto, a principios del siglo XX surgió una solución innovadora: las campanas submarinas.
Veamos cómo funcionaba este dispositivo, que proporcionaba a los barcos una señal sonora fiable bajo el agua cuando los faros, azotados por las tormentas y la niebla, se volvían invisibles.

El principio de las campanas subacuáticas
Los experimentos con campanas subacuáticas se realizaron primero en las costas americanas e inglesas antes de introducirse en Francia, donde se probaron en Ouessant. En aquella época, el proyecto de instalar 5 campanas subacuáticas supuso un gran paso adelante en la exploración de las posibilidades de la comunicación subacuática. A diferencia de una campana tradicional, la campana subacuática está diseñada para estar sumergida, lo que explica que se instale en bases similares a las de los faros.


Instalado en 1912 en la zona de Créach, el faro de Ouessant soportaba una viga metálica atirantada con un voladizo de 30 metros que, en tiempo de niebla, permitía sumergir una campana a 7 metros de profundidad, con la señal eléctrica controlada desde el faro. Su estructura estaba reforzada para resistir la presión submarina y el mecanismo que accionaba la campana funcionaba con aire comprimido o vapor, lo que permitía producir toques instantáneos a intervalos regulares. El sonido generado era limpio y cristalino para evitar armónicos no deseados que pudieran perturbar la claridad de las señales sonoras. Un regulador se encargaba de espaciar los toques para crear un ritmo que pudiera ser oído por los navegantes a varias millas de distancia: la señal de la campana submarina de Ushant consistía en dos toques espaciados 1,25 segundos cada 5 segundos.


Un sistema receptor a bordo de los barcos
El funcionamiento de la campana submarina iba acompañado de un sistema de recepción a bordo formado por hidrófonos, micrófonos sumergidos en tanques llenos de líquido, colocados de forma que se redujera al mínimo el ruido no deseado. Cuando un sonido emitido por la campana llegaba a una embarcación, el hidrófono captaba estas vibraciones mecánicas antes de convertirlas en una señal eléctrica, que se analizaba a bordo. Este proceso se basa en principios físicos como la piezoelectricidad, en la que un material genera una tensión eléctrica cuando se somete a presión o deformación.

Midiendo la distancia a la que se recibía la señal y el tiempo que tardaba en llegar, los navegantes podían determinar su posición exacta con respecto a la campana y, por tanto, con respecto a la isla de Ushant. Esta técnica era una ayuda vital para navegar con seguridad en condiciones de visibilidad extremadamente escasa, como los densos bancos de niebla que cubren con frecuencia las aguas que rodean Ushant.

Una tecnología prometedora pero frágil
A pesar de sus ventajas, la campana submarina de Ushant tropezó con varios obstáculos importantes. En primer lugar, los costes de instalación y mantenimiento eran elevados. La instalación de estas campanas en zonas expuestas como la costa bretona requería una infraestructura capaz de soportar fuertes olas y tormentas. Las corrientes violentas, los desechos marinos y la corrosión del agua salada perturbaban regularmente el buen funcionamiento de los dispositivos. Al mismo tiempo, las embarcaciones debían estar equipadas con receptores especializados para poder beneficiarse del sistema. En aquella época, sin embargo, sólo las grandes embarcaciones disponían de los recursos técnicos y financieros para equiparse. Los barcos más pequeños, que se habrían beneficiado enormemente de esta innovación, quedaron excluidos de esta tecnología por falta de recursos.

A pesar de estas dificultades, la campana submarina de Ushant funcionó durante algunos años, antes de dejar de utilizarse en 1919. El desarrollo de la VHF, el radar y las sirenas antiniebla mejoradas han dejado obsoleto este dispositivo. Estas nuevas tecnologías, cruciales para la seguridad de la navegación de los navegantes, ofrecen ahora soluciones más fiables, menos costosas y accesibles a un mayor número de embarcaciones.

El proyecto de Ushant, aunque prometedor, se ha perdido en los archivos de la historia náutica. Sin embargo, sigue siendo un ejemplo interesante de los esfuerzos realizados para mejorar la seguridad en el mar en una época en la que los naufragios seguían siendo frecuentes. Aunque estos dispositivos no duraron mucho, contribuyeron a la reflexión sobre los medios de comunicación y posicionamiento en el mar. Han inspirado futuras innovaciones y demuestran que el mar, por formidable que sea, siempre es fuente de ingenio y adaptación.