Cuando se zarpa para dar la vuelta al mundo, la libertad a veces tiene un precio. En la euforia de los preparativos, es fácil olvidar que ciertos fondeaderos o pasos obligatorios exponen a los navegantes al riesgo de sufrir ataques. Lejos de los clichés románticos de la literatura y el cine, la piratería marítima sigue siendo una realidad preocupante. Ante esta amenaza potencial, hay que plantearse una serie de preguntas: ¿Dónde operan estos piratas de otra época? ¿Cuáles son los peligros reales? Y, sobre todo, ¿cómo protegerse eficazmente para navegar con seguridad?
Piratería y bandolerismo: una realidad contemporánea
Desde la antigüedad, el mar ha sido un imán para la codicia. Donde acaban las rutas terrestres, los océanos abren infinitas posibilidades, incluso para quienes quieren enriquecerse por la fuerza. Los piratas de ayer han dado paso a los atacantes igualmente decididos de hoy. Aunque el mito de Barbanegra y el Capitán Garfio siga divirtiendo, las cifras hablan por sí solas: más de 4.000 ataques se registraron entre 2000 y 2020, con zonas especialmente activas como el Cuerno de África, el Golfo de Guinea y el Sudeste Asiático. Se distinguen dos tipos de agresión: la piratería, actos violentos perpetrados en alta mar por un buque contra otro, y el bandolerismo, que se produce en las aguas territoriales de un Estado. La primera entra en el ámbito del derecho internacional, la segunda en el del derecho nacional. En ambos casos, los navegantes no se libran.


Cartografía de las zonas de riesgo
Ciertas rutas marítimas son el centro de la mayoría de los ataques. La más emblemática es la golfo de Adén es una puerta estratégica entre el Océano Índico y el Mediterráneo a través del Canal de Suez. Esta zona, por la que transita el 40% del tráfico marítimo mundial, es un imán para los piratas. Los piratas, a menudo fuertemente armados, viajan hasta aquí en lanchas rápidas y atacan tanto a cargueros como a veleros aislados.

Más al oeste, el golfo de Guinea está experimentando un preocupante recrudecimiento de los ataques, sobre todo frente a las costas de Nigeria. En el sudeste asiático, el estrecho de Malaca uno de los más activos del mundo, sigue siendo otra zona roja. Más cerca de nuestras latitudes, en el Caribe, destino popular de los navegantes transatlánticos, proliferan los robos, sobre todo nocturnos, de embarcaciones auxiliares, equipos de a bordo e incluso agresiones físicas a las tripulaciones en algunas islas. En cuanto al Mediterráneo, aunque se mantiene relativamente indemne, no existe el riesgo cero, sobre todo en las zonas próximas a ciertas costas inestables.

El papel clave de los centros de seguridad marítima
Para navegar con seguridad, son esenciales algunas reglas. Antes de atravesar una zona sensible como el Golfo de Adén, es imprescindible incorporarse al corredor internacional de seguridad marítima. Este corredor, vigilado por buques de guerra y mercantes en contacto por radio en los canales VHF 16 y 8, ofrece las mejores posibilidades de asistencia en caso de alerta. Se recomienda encarecidamente llevar a bordo un transceptor AIS de altas prestaciones, un teléfono por satélite con geolocalización periódica (idealmente cada 4 horas) y un sistema de mensajería por satélite funcional para intercambios en tiempo real con los centros de vigilancia.
Francia cuenta con un organismo de referencia: el Centro MICA (Maritime Information Cooperation & Awareness Center), con sede en Brest. Creado en 2016, reúne a una treintena de expertos, principalmente de la Marina francesa, en colaboración con varios países europeos. Su misión es proporcionar a los navegantes información actualizada sobre las zonas de navegación de alto riesgo. La inscripción es gratuita y sencilla a través de su sitio web con transmisión de las intenciones de ruta, el número de personas a bordo, las fechas estimadas de paso y las coordenadas de la embarcación (número MMSI, posición GPS, etc.).
En la zona del Mar Rojo y el Océano Índico, el Alinden Marsec un equipo de 4 oficiales de la marina francesa con base en Abu Dhabi, se encarga del seguimiento específico de los yates. Recomiendan probar previamente los equipos de satélite para garantizar un enlace fiable con sus servicios, en particular con la base de Marsella.

Estrategias de prevención y defensa
Si tiene previsto navegar en zonas de alto riesgo o cerca de ellas, los especialistas y navegantes recomiendan encarecidamente no divulgar su itinerario ni las fechas de salida a personas desconocidas, para evitar atraer la atención de posibles piratas. La discreción es, pues, esencial. Todos los dispositivos electrónicos pueden ser rastreados, y es aconsejable limitar las transmisiones de radio a situaciones de emergencia, vigilar el canal 16 de VHF, reducir el uso del radar, minimizar el ruido y atenuar las luces por la noche.

Por otro lado, navegar en flotilla con varios barcos puede parecer una solución, pero también puede aumentar el riesgo de ser detectado por los piratas. Si se opta por navegar en grupo, es importante mantener un contacto regular, disponer de procedimientos de alerta claros y tranquilizar a las tripulaciones al tiempo que se disuade de los ataques. Por otro lado, si su barco se convierte en objetivo a pesar de todas estas precauciones, es imperativo no precipitarse. Frente a piratas armados y organizados, es esencial no te resistas . Muchos navegantes se arrepintieron de intentar defenderse; otros utilizaron subterfugios...


En lo que respecta a las armas a bordo, existen normas estrictas. Cada país tiene sus propias normas, y la posesión de armas requiere un permiso específico. Además, las armas deben declararse en cada puerto de escala y el procedimiento para obtenerlas puede ser complejo, con riesgo de confiscación. Aunque algunos navegantes se plantean llevar armas para defenderse, a menudo es desaconsejable optar por esta solución, ya que el riesgo de que se produzca una escalada de violencia es elevado. Por la noche, no intente hacer fotografías, sobre todo con linternas, ya que los piratas podrían interpretarlas como disparos. También desaconsejamos encarecidamente el uso de cohetes de socorro como sustitutos de armas.

Las embarcaciones rápidas utilizadas por los piratas, capaces de alcanzar velocidades superiores a los 20 nudos, suelen proceder de pesqueros piratas o dhows tradicionales. Los piratas atacan embarcaciones más lentas, sobre todo veleros, pesqueros y costeros. Generalmente operan tanto de día como de noche, pero sus ataques tienen lugar principalmente al amanecer o al anochecer. Los esquifes atacantes suelen ser difíciles de detectar a distancia, por lo que es importante mantener una rigurosa vigilancia visual, sobre todo en las zonas menos visibles, como a sotavento y a popa de la embarcación.


Reacción ante un ataque
En caso de ataque, los navegantes que han vivido esta situación recomiendan arrancar el motor, si aún no lo han hecho, y mantener la velocidad máxima mientras se realizan maniobras para complicar el abordaje. El objetivo de los ataques es presionar a las tripulaciones, apoderarse de su valioso equipo y dinero en efectivo o, en algunos casos, tomar rehenes y exigir un rescate.

A los piratas les interesa todo lo que se pueda robar a bordo: teléfonos, VHF, joyas, documentos de identidad y dinero en efectivo.

La probabilidad de encontrarse con piratas lejos de las zonas de alto riesgo sigue siendo relativamente baja. En caso de duda, a veces es preferible confiar su barco a un transportista especializado y encontrarlo una vez que haya pasado por una zona más segura. ¿Significa esto que no debe cruzar ciertos mares? Por supuesto que no. Miles de navegantes navegan seguros cada año. Estar informado, ser discreto y estar conectado a las redes de seguridad marítima reduce considerablemente los riesgos.