Ciclón Chido: Mayotte en estado de shock, la isla y sus infraestructuras náuticas devastadas

El sábado 14 de diciembre de 2025, Mayotte fue barrida por el ciclón Chido, un fenómeno de rara violencia que dejó tras de sí un saldo catastrófico, no sólo para los habitantes de la isla, sino también para los navegantes y los actores del sector náutico.

En la mañana del sábado 14 de diciembre de 2025, Mayotte y sus habitantes se vieron obligados a soportar largas horas de sufrimiento Chido un ciclón de una violencia sin precedentes que devastó la isla. Es difícil encontrar las palabras adecuadas en tales circunstancias, sobre todo cuando esta tierra cálida y acogedora ha proporcionado recuerdos inolvidables a quienes la han conocido, tanto en tierra como en la magnífica laguna que alberga. A pesar de los cortes de electricidad, nos han llegado noticias de los navegantes que viven en sus barcos. También ellos se han visto duramente afectados y muchos lo han perdido todo.

Una isla en la ruta de los ciclones

Situada en el canal de Mozambique, entre África y Madagascar, la isla de Mayotte, con sus 376 km², está expuesta a los ciclones tropicales que atraviesan el hemisferio sur de noviembre a abril. Esta vez, el territorio de ultramar pagó un alto precio. Con ráfagas de más de 220 km/h (¡120 nudos!), el ciclón Chido es el más violento que ha azotado Mayotte en casi un siglo. El territorio de ultramar, ya de por sí vulnerable, fue brutalmente puesto de rodillas. Las omnipresentes viviendas improvisadas fueron arrasadas, mientras que los edificios permanentes y las infraestructuras náuticas sufrieron daños considerables.

Una flota aniquilada en Dzaoudzi, en Petite-Terre

En Petite-Terre, al este de Mayotte, la Association des Croiseurs Hauturiers de Mayotte (ACHM) no ha escapado al desastre. Creada en 1991, esta estructura emblemática de la vela de Mayotte ha visto gravemente dañadas sus infraestructuras. La víspera del paso del ciclón, los navegantes de la isla habían tomado todas las precauciones necesarias para asegurar sus embarcaciones antes de refugiarse en tierra.

A pesar de la confianza en sus amarras y de los esfuerzos por asegurarlas, la fuerza devastadora del ciclón se cobró la vida de casi toda la flota. Sólo tres barcos sobrevivieron milagrosamente, mientras que los demás quedaron literalmente aniquilados. La infraestructura del club quedó destrozada, los barcos del muelle volcados y los del fondeadero lanzados contra los muelles y las escolleras.

Algunos se hundieron antes de resurgir dislocados. Para algunos, toda una vida de construcción; para otros, momentos emocionantes navegando por los océanos del mundo. A veces es difícil reconocer lo que queda de sus barcos. Puede que nuestros amigos navegantes estén sanos y salvos, pero todos ellos han perdido sus hogares náuticos.

No hay refugio contra huracanes

A falta de un refugio contra ciclones en Mayotte, algunos navegantes habían optado por trasladar sus embarcaciones a zonas consideradas más seguras, como la bahía de Bouéni. Este fue el caso del Antsiva, la goleta polivalente que combina la investigación oceanográfica y la navegación de recreo que seguimos hace unos meses en Madagascar. Atrapada por el ciclón Chido, la tripulación sobrevivió como pudo a vientos violentos de hasta 160 km/h. Pero cuando las rachas superaron los 200 km/h, el control a bordo se hizo imposible. El barco fue sacudido tan violentamente que se dice que la punta del mástil tocó el agua en varias ocasiones, lo que da fe de la violencia del fenómeno. En el interior, las baterías arrojadas a la sala de máquinas causaron daños importantes, incluida la entrada de agua y la activación de la alarma contra incendios. En el exterior, el barco de buceo fue arrancado por la tormenta, destruyendo en el proceso una gran parte de la barandilla del puerto. A pesar de estos impresionantes daños, la tripulación escapó con algunas heridas leves y una gran dosis de suerte: el Antsiva acabó varado en el fango de un manglar, como otros.

El club náutico de May Voile, situado en la playa de M'Tsangabeach, en la bahía de Bouéni, también puede haber sufrido graves daños.

Una devastación sin precedentes

La tragedia dejó una huella indeleble en la región, con todo tipo de embarcaciones varadas y destruidas, incluidas las pertenecientes a pescadores locales y proveedores de servicios náuticos, así como infraestructuras esenciales en el puerto de Mamoudzou. Dos de las tres barcazas que servían de enlace vital entre Grande-Terre y Petite-Terre se desviaron de su ruta y acabaron varadas en zonas intransitables.

La devastación no se limitó a la costa. Las zonas del interior también sufrieron las profundas cicatrices de la tormenta: bosques devastados, casas arrasadas, cultivos arrasados. En medio de todo este caos, el material náutico (boyas de amarre y otros restos) volado lejos de sus amarres, en el corazón de los manglares o en la selva, dan testimonio de la extrema violencia de los vientos, pero siguen siendo anecdóticos frente a la tragedia humana y medioambiental causada por el ciclón. El número de muertos se eleva al menos a 14, con casi 250 heridos, aunque la cifra de víctimas podría aumentar a medida que se desarrollen las labores de rescate.

Esta situación exige un llamamiento urgente a la solidaridad. La isla, que ya atravesaba graves dificultades económicas y sociales antes de la llegada del ciclón, necesita ayuda humanitaria inmediata. Para los que hemos vivido allí, cuando dejamos esta isla, parece que una parte de nosotros permanece allí; que algo indescriptible cuelga de ella, y es con el corazón encogido que la vemos sufrir de esta manera.

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