De la administración al puente: el viaje de un capitán apasionado

Tras 25 años de carrera en la administración pública, Marc se atrevió a dejarlo todo para perseguir su sueño de trabajar en el mar. Ahora es marinero de cubierta y pone toda su energía en formarse para obtener el título de Capitán 200. Su viaje es un testimonio inspirador de conversión, perseverancia y búsqueda de sentido. La prueba de que cambiar de rumbo siempre es posible.

Cambiar de vida. Tres simples palabras que esconden infinidad de dudas y preguntas, pero sobre todo una inmensa dosis de coraje. Marc, de 53 años, ha dado el paso. Durante años tuvo una carrera estable y segura en la función pública. Un día decidió cambiar la oficina por la cubierta de un barco.

Ahora, marinero, se ha fijado un objetivo claro: convertirse en Capitán 200, para poder capitanear su propio barco. Su historia es la de una conversión reflexiva, un compromiso total y una pasión que nunca le ha abandonado.

Centrarse en la formación de los marineros de cubierta

Para trabajar como marinero de cubierta, Marc ha seguido una formación específica de 3 meses que le permite prestar apoyo a la tripulación en buques comerciales, pesqueros y de recreo. Esta formación abre numerosas salidas profesionales: marinero de cubierta, cocinero a bordo, servicio de hostelería en el mar, etc. También ofrece perspectivas de ascenso, en particular al puesto de Capitán 200, pero esta formación sólo es válida tras seis meses en el mar. Gracias a su aprendizaje, Marc está adquiriendo conocimientos de navegación, maniobras, seguridad y mecánica que son esenciales para su futuro papel de patrón.

Una llamada del mar imposible de ignorar

¿Puede hablarnos de su carrera anterior al mar?

Marc. Nací en París y crecí en la región parisina, acunado por las vacaciones junto al mar. Mi primera trayectoria profesional me llevó a estudiar arquitectura en la Escuela de Bellas Artes de París, al tiempo que trabajaba como músico callejero. Más tarde, creé un estudio de diseño antes de incorporarme a la función pública. Trabajé como arquitecto en Cannes y luego como inspector de ordenación del territorio en una gran ciudad.

¿Por qué eligió el mar tras 25 años en la función pública?

Marc. Siempre he tenido una profunda conexión con el mar: de niño en un Optimist, navegando con Les Glénans o viajando con mi familia. Pero fue vivir en una ciudad portuaria lo que me hizo darme cuenta de que no era sólo una fascinación pasajera. Veía partir los barcos y sentía la necesidad de movimiento y libertad. Un día decidí no sólo soñar con el mar, sino dedicarle mi vida.

Cambiar de vida suele ser un salto a lo desconocido. ¿Con qué dificultades te has encontrado?

Marc. La seguridad financiera era la primera preocupación. Renunciar a un trabajo estable por una vida marítima más precaria es una apuesta. La gente que me rodeaba también fue un obstáculo al principio: muchos pensaban que era arriesgado. Luego estaba la formación: conseguir los diplomas necesarios, aprobar los certificados, aprender la realidad del trabajo. Incluso me sometí a una operación para asegurarme de que era apto desde el punto de vista médico. Nada fue fácil, pero cada obstáculo era una victoria.

¿Cómo fue su primera experiencia como marinero?

Marc. Rápidamente me di cuenta de que el mar no es un picnic. Durante un viaje de entrega a Atenas, pasé una noche extremadamente difícil, sola al timón sin poder despertar al capitán. Estaba agotado, pero apareció un banco de delfines y me dio fuerzas para continuar. Otra experiencia memorable fue un regreso accidentado de Córcega, atrapado en una tormenta aterradora al amanecer. El viento aullaba en las jarcias, el agua golpeaba la cubierta como una pandereta y la tripulación se debatía entre la adrenalina y la ansiedad. Esos momentos me enseñaron una cosa: en el mar no se juega con la preparación ni con el tiempo.

¿Cuál es su objetivo final?

Marc. Hoy soy marinero de cubierta, pero me estoy preparando para obtener mi título de Capitán 200 para capitanear un barco con pasajeros. Estoy adquiriendo experiencia, sobre todo como patrón de un balandro holandés de la asociación Tautena. Estoy aprendiendo a gestionar situaciones de emergencia, a anticiparme a los problemas antes de que surjan y a coordinar una tripulación. Cada día en el mar refuerza mi decisión.

¿Qué le ha enseñado esta conversión sobre sí mismo?

Marc. Que el mar es una escuela de paciencia, humildad y autocontrol. En un barco, todo cuenta. Cada decisión puede tener consecuencias. He aprendido a gestionar mi estrés, a adaptarme y a no subestimar a la naturaleza. Cada borrasca, cada maniobra difícil me ha fortalecido. Ha sido un cambio de carrera exigente pero increíblemente gratificante.

¿Qué mensaje le gustaría transmitir a quienes se resisten a cambiar de profesión?

Marc. No dejes que el miedo decida por ti. Rara vez nos arrepentimos de lo que intentamos, pero a menudo nos arrepentimos de lo que no nos atrevimos a hacer. Sobre todo, escúchate a ti mismo. Nadie mejor que tú sabe cuál es tu sitio.