Desde su creación en 1962, el permiso de navegación ha cambiado poco. Ha habido algunos ajustes técnicos y el examen se ha informatizado, pero el núcleo de la licencia sigue siendo el mismo: un breve curso centrado en la seguridad, a veces desconectado de las realidades de la navegación moderna. En un momento en que los hábitos de navegación están cambiando -alquiler a corto plazo, motores eléctricos, semiautonomía-, la normativa francesa sigue siendo rígida.
Una barrera a la entrada en la industria náutica

Hoy en día, en Francia se necesita una licencia para las embarcaciones de 6 caballos o más. Este umbral, el más bajo de Europa, podría frenar el descubrimiento de la náutica. En la mayoría de los países europeos, hay que esperar a tener 15 CV, o incluso 40 CV en Italia, para estar obligado a seguir una formación. El resultado: en otros lugares, la gente descubre la náutica más fácilmente, consume más rápidamente y compra antes.
Elevar el umbral no significaría una desregulación, sino un punto de entrada más flexible para las embarcaciones modernas, que suelen ser más seguras y fáciles de manejar.
Hay que replantearse la formación, no suprimirla

La reforma del examen de conducir no consiste en aligerarlo, sino en modernizarlo. No se trata de suprimir el examen, sino de introducir módulos adecuados: un curso de "iniciación al ocio" para motores de hasta 40 CV, centrado en la seguridad y la concienciación medioambiental; un permiso de "navegación conectada" que incorpore ayudas electrónicas y navegación en motores eléctricos; y una pasarela digital para nuevos aficionados, a través de bases de alquiler y clubes.
Un reto industrial y económico
Detrás del aspecto educativo, hay también una cuestión de mercado. Elevar el umbral o diversificar los cursos de formación impulsaría automáticamente las ventas de unidades de nivel básico, motores, equipos de seguridad y accesorios. De este modo, los astilleros, los fabricantes de motores, los distribuidores y las propias escuelas de formación cobrarían nueva vida.

La licencia de navegación no es sólo una herramienta reguladora: es un acelerador económico latente. Al facilitar el acceso a la náutica de recreo, apoyamos a toda la cadena, desde los constructores hasta los puertos deportivos.
Un debate por reabrir
Francia se enorgullece de tener una de las mayores costas de Europa, pero el acceso al mar sigue estando demasiado institucionalizado. Ante la escasez de nuevos navegantes y el estancamiento del mercado de las pequeñas embarcaciones, el sector ya no puede limitarse a adaptar sus productos: también debe cambiar las reglas del juego. Sin ello, el sector corre el riesgo de seguir buscando nuevos clientes... olvidándose de simplificar su acceso al mar.
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