Un barco estable y tranquilizador
Cuando uno piensa en un pequeño barco volador, la primera imagen es la de una polilla de papel de aluminio. El Birdyfish que pudimos probar está muy lejos de estos botes de gran tamaño, cuya estabilidad sólo existe cuando se navega y cuyo dominio parece estar reservado a los navegantes entrenados. Nada más llegar al archipiélago de Glénan, encontramos a la tripulación del fabricante ocupada en hacer fotos para su comunicación. El barco se pone a vela para nuestros intercambios y enseguida podemos apreciar la estabilidad del casco del Birdyfish en reposo. Los dos tripulantes aprovechan la forma del barco y su amplia línea de flotación, con una manga de 1,95 m. El traslado de la tripulación con la semirrígida se hace fácilmente por la espalda, sin que los apéndices lo impidan.

Comenzamos con una breve sesión informativa con Pierre Rhimbault, mi compañero de equipo del día, que creó el barco. Las cosas son sencillas y rápidas, con pocos ajustes: una escota de mayor, dos escotas de foque y un palo de timón, como para cualquier embarcación auxiliar. Los apéndices, tanto los foils como la pala del timón, son fijos cuando se navega. Para empezar, sólo tomo la hoja del foque y sigo las instrucciones. Con un rizo en la vela mayor, el barco despega rápidamente en las condiciones de viento del día, que oscilan entre 15 y 18 nudos. Según el fabricante, la embarcación puede elevarse sobre sus láminas a partir de 8/10 nudos. La sensación de estabilidad y seguridad es impresionante. Si por reflejo, tiendo a ponerme en el rapel, los foils en forma de L, autorregulados, son suficientes para mantener el barco plano sin esfuerzo.

Diferentes modos de navegación
La sensación de vuelo se capta rápidamente, Pierre explica los diferentes modos de funcionamiento de la embarcación. Ajustando la vela mayor, que tiene una escota muy accesible en la botavara, la tripulación puede pasar fácilmente de una navegación cómoda a velocidades más comprometidas. "Puedes volar en modo tranquilo sin ir a la máxima velocidad, lo que te permite descubrir la sensación de pilotar un barco con tripulantes inexpertos. Si se bordea un poco más, también se puede ir a por más velocidad. Sin embargo, es importante evitar sobrepasar el foque o la vela mayor para progresar adecuadamente", explica Pierre Rhimbault.

El Birdyfish no fue diseñado para navegar en ceñida. Por otra parte, sus grandes foils le confieren un buen plan antideriva y le permiten navegar de ceñida en modo arquimédico, sin derrapar. Si el día de nuestra prueba el viento era suficiente para volar tan pronto como se desea, los diseñadores indican que los apéndices actuales permiten navegar en todos los puntos de la vela en modo arquimédico con vientos ligeros. Por ello, han abandonado la opción de la orza recta prevista inicialmente.

Birdyfish destelló a 21 nudos
Es hora de probar el placer de la dirección. Intercambiamos los turnos y enseguida me sorprende la facilidad de maniobra del barco. No hay dirección compleja. El barco despega rápidamente, orzando ligeramente. Sólo los guijarros del Glénan limitan nuestras largas maniobras sobre el agua. Al evitar hacer demasiados movimientos del timón, mantengo una velocidad media de más de 15 nudos, que es casi la velocidad del viento. Con motivo de una buena racha, pasamos de los 21 nudos, récord del día. Un gran rendimiento para un barco de fibra de vidrio de 4,70 metros de eslora. Pierre se hizo cargo del timón y conseguimos realizar dos "trasluchadas" sin soltar los foils.

Como el viento baja ligeramente, desenrollamos el Código 0 a efectos del banco de imágenes. A la velocidad alcanzada, se arropa rápidamente y nos permite mantener las velocidades.

Mientras que mis anteriores experiencias de vuelo me dejaron un poco ansioso al timón, el Birdyfish es extremadamente tranquilizador. Se puede decir que los diseñadores han logrado su objetivo de combinar seguridad y sensaciones en esta lancha voladora, que parece una bola de fuego con una patada