El aluminio es un material robusto, pero merece la atención del navegante que quiere navegar lejos. Además de los clásicos ánodos, aquí tienes algunos consejos para cuidar tu barco y garantizarle muchas más millas.
Filtrar el cloro y proteger los depósitos de agua
En un yate envejecido, los fondos cercanos a los puntos de agua, así como los puntos bajos y los depósitos que contienen agua estancada, están sujetos a los efectos de la corrosión por hendiduras. La principal causa de esta degradación es el cloro que contiene el agua del grifo utilizada al repostar en el pantalán.

Para solucionar este problema, es importante filtrar el agua entrante con filtros GAC y CTO. En los depósitos de agua estructurales, también es imprescindible instalar ánodos de magnesio, que deben controlarse regularmente. Por último, cabe señalar que la corrosión por hendiduras no sólo afecta al aluminio, sino también al acero y al acero inoxidable.

Hacer accesibles los fondos, ventilarlos y tener cuidado con la pintura
El aluminio se degrada gradualmente en contacto con el agua de escorrentía y el aire húmedo. No es una buena práctica cerrar parcialmente el acceso a los fondos por comodidad o por motivos de aislamiento. No aislar directamente los fondos, sino los suelos, que deben ser desmontables. Cada 2 ó 3 años, en verano, retire los pisos y vacíe los depósitos para limpiarlos y ventilarlos.

Por último, recubrir el conjunto con una pintura de muy buena calidad protegerá el aluminio durante los primeros años, pero este recubrimiento se degradará inevitablemente con el tiempo. Esto creará accesos localizados a la aleación, que será especialmente vulnerable a todo tipo de corrosión. Para evitar este problema, se pueden utilizar pinturas anódicas y repintar regularmente.

Sin embargo, una buena alternativa a este costoso tratamiento es dejar el aluminio desnudo y vigilarlo. Como opción, las grasas, ya sea aceite de motor, gasóleo o grasas sin aditivos ferrosos, protegen bastante bien el aluminio.
Evitar el contacto con materiales ferrosos
Los cabrestantes, los obenques, las cadenas y otros materiales ferrosos, como el acero inoxidable, el acero y el aluminio, incluidos los tornillos, suelen estar en contacto directo con el aluminio estructural. Esto crea pilas que promueven la degradación del aluminio, que luego se protegerá naturalmente produciendo alúmina.

Para limitar los efectos de esta corrosión, existen productos del tipo "Tef-Gel" para las partes en contacto. Pero, sobre todo, es necesario proteger estas zonas del aire ambiente, en particular del aire salino del exterior, y de la humedad, con una grasa o una pintura localizada, como una imprimación epoxi de dos componentes de calidad.