En el mismo lugar, en 1977, un joven canadiense amarraba su pequeño trimarán amarillo en los muelles de la ciudad corsaria. Nadie conocía a este hombre seco y silencioso. Sin embargo, se convertiría en una leyenda con un final fantástico, adelantando al monocasco de Michel Malinovsky justo antes de la línea de meta. Ese día, el regatista Mike Birch, pero también la regata transatlántica y los multicascos se convirtieron en leyenda.
El navegante continuó su ruta en las regatas oceánicas antes de desembarcar en tierra firme en 2002. Con un pie en Canadá y otro en el sur de Bretaña, el hombre nunca se alejó del mar. Murió en su casa de Brec'h, en Morbihan, a la edad de 90 años.
Este marinero que ha tenido mil vidas, como le gusta decir, ha tocado todo. Sólo más tarde descubrió el mar y la navegación. Autodidacta, se formó haciendo convoyes, iba a revolucionar las regatas oceánicas centrándose en el multicasco desde el principio. Como explica Loïc Peyron, Mike Birch nunca ha volcado en un multicasco, siempre ha navegado con una flexibilidad increíble, como un gato.