Cambios en la vida cotidiana
El contraste entre vivir en un piso o una casa y vivir a bordo depende realmente del tipo de barco en el que se encuentre. Mientras que algunos barcos tienen espacios muy amplios, con instalaciones que permiten el uso de duchas y aseos a bordo, otros son más restringidos o requieren que la tripulación utilice los aseos comunes en el puerto.

Cuando se vive en un espacio limitado en el que sólo se puede tener lo esencial, es posible que haya que alquilar un garaje o un anexo, además del espacio del puerto. A veces es una solución para poner una lavadora y no tener que utilizar un servicio de lavandería. Por lo demás, a no ser que se lleven electrodomésticos específicos a bordo, ¡la colada y el lavado se hacen a mano!
Todos estos son pequeños cambios que requieren un pequeño ajuste. Pero normalmente te acostumbras muy bien, sin tantas limitaciones como cuando se vive anclado .
Menos gastos
El precio de un puesto de atraque varía de un puerto a otro, dependiendo del país de atraque y del tamaño del buque que lo ocupa. Aunque la cuota mensual suele incluir el agua y la electricidad, cuando los amarres tienen contadores independientes y se contratan, puede ser necesario pagar por consumo.
A estos gastos hay que añadir los costes del seguro, que suele ser obligatorio para tener derecho a dejar el barco en un puerto deportivo, en un apartado de correos cuando no es posible recibir el correo en la capitanía del puerto o con un familiar. Dependiendo de la época del año y de la zona geográfica elegida, también debería invertir en algún equipo para gestionar el frío o el calor a bordo.
En general, todos estos gastos juntos no alcanzan el importe que se gastaría en el alquiler de un alojamiento convencional en tierra. A menudo en el centro de la ciudad, los puertos también ofrecen alojamiento bien situado.

Integración comunitaria
Algunos puertos están densamente poblados. Si eliges vivir en tu barco allí, pasas a formar parte de una gran comunidad. Vecinos, padres e hijos comparten la misma pasión: todos tienen grandes historias de navegación que contar y las conversaciones son siempre apasionadas.
También existe cierta solidaridad entre los residentes: se prestan herramientas, consejos y habilidades, y comparten los viajes en coche para llevar a los niños al colegio o para abastecerse de gasolina.

Más posibilidades de navegación
Por último, cuando se vive en el barco, a menudo es más fácil escaparse. Un barco habitado es, por lo general, un barco bien mantenido, ¡siempre casi listo para partir! Esto permite prever viajes al final del dÃa o para la noche, y los fines de semana pueden alargarse hasta la vuelta al trabajo el lunes por la mañanaâ?¦
