Los vikingos, exploradores y conquistadores de los mares del Norte, han fascinado durante mucho tiempo a los historiadores por sus habilidades de navegación. Entre los siglos VIII y XI recorrieron grandes distancias, desde Escandinavia hasta Norteamérica, sin la ayuda de la brújula, que no llegó a Europa hasta el siglo XIII. Para estos navegantes, el mar era un terreno de alto riesgo, donde el más mínimo error de orientación podía ser fatal. Sus expediciones dependían de su capacidad para interpretar los signos de la naturaleza, como las olas y las estrellas, pero cuando el cielo estaba encapotado, sus recursos eran limitados.
Su capacidad para orientarse sin instrumentos modernos sigue planteando muchos interrogantes. Entre las hipótesis que se barajan figura el uso de una "piedra solar", descrita en los relatos medievales como posible guía en alta mar. Gracias a la investigación científica y a modernas simulaciones, este misterioso mineral está revelando poco a poco sus secretos, y bien podría arrojar nueva luz sobre los métodos de navegación de la época. La piedra solar habría sido, por tanto, una innovación crucial, que suplía la falta de instrumentos precisos de navegación.

Una piedra misteriosa mencionada en las sagas islandesas
La piedra solar, o "sólarsteinn" en nórdico antiguo, origen de las lenguas escandinavas actuales, se menciona en manuscritos islandeses ya en el siglo XIII. Esta piedra, descrita como una ayuda para ver el sol a través de las nubes, ha suscitado dudas durante mucho tiempo entre los investigadores. Aunque las fuentes escritas ponen en duda su realidad, los descubrimientos arqueológicos y las simulaciones científicas tienden a demostrar que un mineral, como la chispa islandesa, podría haber desempeñado esta función. Para los marineros vikingos, que a menudo navegaban por alta mar sin puntos de referencia visuales, una herramienta de este tipo habría sido un activo inestimable.
Propiedades ópticas de la calcita: efecto de la birrefringencia
Formulada en 1967 por el arqueólogo Thorkild Ramskou, esta hipótesis sugiere que minerales como la cordierita, la heliolita y la calcita podrían haber servido para localizar la posición del sol incluso en días nublados, al captar las variaciones en la polarización de la luz.

Los estudios sobre la piedra solar han llevado a los investigadores a centrarse en la chispa islandesa, una variedad de calcita, por sus propiedades birrefringentes. Este cristal, transparente y común en Escandinavia, divide la luz en dos rayos distintos de intensidades diferentes. Cuando se orienta correctamente hacia el sol, los rayos se superponen para formar una imagen clara de la estrella, incluso en días nublados. La polarización de la luz, que es la base de esta técnica, permitirá a los navegantes precisar la posición exacta del sol, lo que es esencial para mantener el rumbo en el mar.
Una serie de estudios para probar la eficacia de la piedra solar
Para probar la viabilidad de esta técnica, investigadores de la Universidad Loránd Eötvös de Budapest realizaron simulaciones por ordenador, reproduciendo las condiciones de los viajes vikingos entre Noruega y Groenlandia. Probando varios minerales, entre ellos la calcita, obtuvieron resultados convincentes: utilizando piedra solar cada tres horas, los navegantes virtuales llegaban a su destino entre el 92 y el 100% de las veces. Reducir el uso de la piedra a una comprobación cada cuatro horas redujo este porcentaje de éxito a menos del 60%. Estos resultados confirman que la piedra solar podría haber sido una herramienta de navegación fiable en determinadas condiciones, aunque sigue dependiendo de la experiencia y la frecuencia de uso de los navegantes.

Aunque la piedra solar parece eficaz en condiciones ideales, tiene sus limitaciones. La polarización de la luz funciona mejor cuando el sol está a cierta altura en el cielo, generalmente en torno a los treinta y cinco grados de elevación. Así pues, al principio o al final del día, o bajo un cielo completamente nublado, los vikingos probablemente tenían que utilizar otras habilidades para compensar la inexactitud de esta herramienta. Estas limitaciones recuerdan que, en el mar, la piedra solar no sustituía los conocimientos empíricos de los marineros, sino que los complementaba, permitiéndoles navegar con mayor eficacia cuando el cielo ofrecía aberturas luminosas.