Aprovechar la circulación natural del aire

El primer método, el más sencillo, se basa en crear corrientes de aire. Ya sea parado o fondeado, es esencial abrir al máximo los puntos de entrada y salida de aire. Instalar una manga de viento de lona en la escotilla de proa, orientada hacia el viento, ayuda a forzar un flujo de aire hacia el interior. Algunos navegantes utilizan también bonetes modulares o biminis que canalizan el aire al tiempo que protegen de los rayos directos del sol. Los ventiladores eléctricos, alimentados por el paquete de baterías o una fuente de alimentación en tierra, pueden utilizarse para potenciar la ventilación.
Crear sombra y limitar el aumento de calor

Reducir la exposición a los rayos del sol es esencial. Un toldo para el sol es una pieza esencial del equipo, pero también puedes colgar una lona blanca ligera sobre la cubierta, o incluso a todo lo largo del techo de la carroza, para reducir la temperatura interior. En los puertos más calurosos, algunas personas no dudan en utilizar brillantes mantas de supervivencia para reflejar parte de los rayos del sol. En el interior, cerrar los ojos de buey orientados al sur y utilizar cortinas de colores claros también ayuda a limitar el sobrecalentamiento.
El truco de la evaporación

El agua sigue siendo un excelente medio de enfriar el ambiente a bordo por evaporación. Mojar regularmente la cubierta con âeuros de agua de mar para evitar recurrir a las reservas de âeuros ayudará a bajar la temperatura ambiente. Una toalla húmeda colgada en el pasillo de acompañamiento, una manta húmeda en el techo o incluso un simple barreño de agua delante de un ventilador pueden ayudar a refrescar el aire. El principio es sencillo: al evaporarse, el agua se lleva el calor.
Optimización de los equipos existentes

A algunos equipos se les puede dar un buen uso. Un frigorífico bien surtido de botellas de agua helada se convierte en una reserva de frescor. Colocando estas botellas delante de un pequeño ventilador, se puede crear un sistema improvisado de ventilación frÃa. También merece la pena pensar en el aislamiento: un buen aislamiento térmico bajo el techo o la cubierta mejora notablemente el confort a bordo. Las unidades bien aisladas, como algunos barcos con espuma inyectada, conservan mejor su temperatura interior.
Adoptar un ritmo de vida adecuado

Por último, hay que adaptar la rutina diaria al calor. Lo mejor es evitar las horas de más calor en el camarote, prefiriendo las actividades a primera hora de la mañana o a última de la tarde. Navegar, si el viento lo permite, sigue siendo la mejor forma de escapar del calor portuario. Y para los más afortunados, diríjase a zonas templadas: las costas atlánticas, el golfo de Vizcaya o el mar de Iroise ofrecen a veces un verdadero respiro térmico.
En resumen, las olas de calor a bordo no son inevitables. Con un poco de organización, algunos equipos sencillos y buena marinería, es posible mantener un mínimo de confort, incluso sin aire acondicionado.