Ar-Men (en bretón, "la piedra") es un faro "en el mar". Al igual que Kéréon, la Vieille y la Jument, Ar-Men es de difícil acceso. El más alejado de tierra, aislado al final de la Chaussée de Sein (Finisterre), Ar-Men ha sido apodado por sus guardianes el Infierno de todos los infiernos.
Este faro de 33,50 m de altura se construyó entre 1867 y 1881 sobre una roca del mismo nombre, que sólo emerge en el punto más bajo de las mareas vivas. Fue una construcción difícil y laboriosa dada la ubicación. El fuego se encendió oficialmente el 30 de agosto de 1881. Posteriormente, se reforzó la base de la torre para hacer el edificio más pesado y permitirle resistir las tormentas.
Para los fareros, la vida en el faro era muy precaria. No tenía calefacción y durante mucho tiempo sólo se iluminó con lámparas de aceite. Cada uno tenía su propia habitación y la cocina se utilizaba como sala común. Además, el relevo se aplazaba a menudo debido a las difíciles condiciones del mar.
El aislamiento y la historia del faro han inspirado a muchos autores, empezando por el escritor Jean-Pierre Abraham, que fue farero de 1959 a 1963. Henri Queffélec también publicó "Un feu s'allume sur la mer", una novela basada en la construcción del faro.
Este faro se mantuvo hasta 1990, año en que fue relevado por última vez. Hoy en día, el faro sólo se visita una vez al año para su mantenimiento. El personal tiene que ser trasladado en helicóptero. Y aunque el faro está catalogado como monumento histórico desde el 31 de diciembre de 2015, abandonado a su suerte y sin mantenimiento, hay motivos para temer por su estado.
Y así, tras más de cien años de servicio, Ar-Men ha perdurado:
- miles de tormentas, huracanes incluyendo el de 1987
- un grave incendio en 1923 (salvado por los guardias de la explosión del depósito de petróleo)
- la ocupación alemana (con 3 soldados además de los guardias)
¿Resistirá mucho más tiempo sin mantenimiento?
