Hola a todos, soy Aurélien Ducroz. Estamos en septiembre de 2011, en el inicio de la Mini Transat. Mi primera regata transatlántica en solitario, sabiendo que sólo llevo un año navegando. Este momento en el pontón es extraordinario, induce al pánico. Y al mismo tiempo tengo una especie de gusto por irme que es completamente loco. Me voy a la aventura, a lo desconocido. Como he dicho, llevo apenas un año navegando. Sé que voy a descubrir mucho sobre mí mismo, sobre la navegación, sobre el mar abierto. Es un momento muy poderoso. El momento del que quiero hablarte no es necesariamente el momento de la salida de la carrera, sino que es 3-4 días después de la salida. ¿Por qué 3-4 días? Y es que los tres primeros días de la regata fueron claramente difíciles por el estrés, porque había muchos barcos a mi alrededor, por el miedo a hacer alguna tontería, a hacerlo mal, y por supuesto la aprensión de salir por fin, y por primera vez para mí, al mar, sobre todo en solitario. Pero, de hecho, al cuarto día, nos acercamos al Cabo Finistere. Hasta entonces había habido muy poco aire, pero ahora el viento está entrando lentamente. Puedo izar el spinnaker. Izo el spinnaker con un poco de pánico, un poco flojo, obviamente porque es el principio de nuevo, pero de repente el barco empieza a resbalar. Pasé más de 24 horas bajo el spinnaker, deslizándome como un loco. Empiezo a familiarizarme con este barco, que no conozco muy bien, y de hecho es el primer día desde el inicio de la regata, y quizá incluso desde que navego, que me siento relajado. Para entender, para sentir el deslizamiento. Y ese día, decidí que las carreras oceánicas no serían sólo un reto para mí, como esquiador, y que serían mucho más que eso. Es difícil explicar por qué, pero esa fue la liberación. Fue entonces cuando descubrí realmente el placer de deslizarse, el placer de navegar y el placer de ir a alta mar.
Aurélien Ducroz cuenta el momento en que cambió las carreras de montaña por las de mar
Esquiador de alto nivel, Aurélien Ducroz llegó tarde a las carreras oceánicas. Fue participando en la Mini Transat con su Mini 6.50 cuando descubrió el placer de la navegación. Este fue un momento clave que le hizo decidir que las regatas oceánicas serían una parte integral de sus actividades de ahora en adelante.
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