Puede que Madeira y su capital, Funchal, sean los nombres más conocidos del archipiélago atlántico portugués, pero sus otras islas también son puertos de escala muy atractivos.
Porto Santo
Una corta navegación desde Madeira le llevará a la segunda tierra habitada del archipiélago, que, con sus islotes adyacentes, sólo ocupa 43 km². Se echa el ancla en un magnífico fondeadero, frente a una playa encantadora que se extiende a lo largo de 9 kilómetros.

Es un cambio total de escenario. Montados en un quad alquilado, cruzamos el país en todas direcciones, aprovechando al máximo su belleza salvaje y su tranquilizadora calma. Esto es bastante árido

El contraste con Madeira, cubierta de vegetación casi tropical, es sorprendente. En las zonas altas, hay muchos lugares que ofrecen fantásticas vistas del mar azul. A veces se puede ver allí nuestro barco, tirando despreocupadamente de su cadena, ¡un espectáculo encantador donde los haya!
Sol, viento y pilas Zoé...
Uno de los rasgos originales más destacados de Porto Santo es su decidida apuesta por un camino virtuoso en materia de gestión energética. Naturalmente, la isla se beneficia de una insolación considerable y de una energía eólica abundante.

Por eso, hace unos años se embarcó en un proceso destinado a dejar sin trabajo a sus generadores diésel no deseados. Pero, como todos sabemos, estas energías renovables son intermitentes... ¿Cómo resolver el complicado problema del almacenamiento? Un socio importante, Renault, se ha asociado con las autoridades locales para probar y desarrollar una técnica original. El experimento, actualmente en curso, pretende dar una segunda vida a las baterías Zoé antes de reciclarlas. Todo ello mientras se avanza hacia la deseada situación "sin fósiles".
Los pequeños archipiélagos Desertas y Selvagens
Islas Salvajes y Desertas también forman parte de la Región Autónoma de Madeira. Con su estatus de reserva natural, estos "guijarros" son un santuario popular para la nidificación de aves marinas, especialmente pardelas. La flora y la fauna endémicas prosperan aquí, protegidas de los depredadores humanos, mientras que los cetáceos de alta mar son abundantes. Las escalas en estas reservas están reguladas, y hay que asegurarse de preguntar con antelación a los guardas de la reserva.