Informe de la SNSM / Desecación en una playa corsa: ¿qué lecciones podemos extraer?

© SNSM Ajaccio

Tras un vendaval a finales de agosto en Córcega, un velero de 45 pies rompió su amarre y se encontró en una desafortunada situación en la playa. A continuación se exponen las circunstancias que rodearon la varada y los recursos desplegados para sacarlo del apuro.

Un fondeadero arriesgado con mal tiempo

El patrón de este velero de 45 pies estaba fondeado frente a la playa de Liscia mientras navegaba por la costa oeste. A pesar de la previsión de vendaval, el patrón permaneció en su amarre principal. Al empeorar las condiciones, se dio cuenta de que su ancla no aguantaría. Ante la incomodidad de su situación, decidió, sin informar a las autoridades, trasladarse a un fondeadero comunal y pasar la noche en un hotel de la isla, dejando solo su barco.

Aterrizado en la arena

Dejar el barco solo durante un vendaval es una opción arriesgada, sobre todo porque el fondeadero local no está diseñado para albergar con seguridad una unidad de este tipo. Durante la noche, la cadena se rompió y el yate se fue a tierra. El fuerte oleaje lo empujó hasta la playa de Liscia. Al día siguiente, el temporal había pasado, pero el barco estaba tumbado de costado, a casi 6 metros de la orilla.

El casco no resultó dañado por la varada y el timón sigue en su sitio.

Pero el principal reto ahora es conseguir que este casco, que desplaza casi 11 toneladas y tiene un calado de 2,4 m, vuelva al agua en lo más alto de una playa aislada.

Una operación delicada

La SNSM de Ajaccio acudió en ayuda del patrón. Con una cincuentena de voluntarios y varios medios náuticos, esta estación es una estructura importante. Pero esto no basta para llevar a cabo las 60 a 70 intervenciones que los voluntarios realizan cada año, principalmente de junio a septiembre.

En vista de la situación, la compañía de seguros no pagó la operación. La opción de remolcarlo por la arena se descartó rápidamente. El barco era demasiado alto y la quilla bulbosa bloquearía la maniobra.

Se decidió entonces utilizar una pala mecánica para cavar un canal en la playa y devolver el barco a aguas abiertas, como nos explicó Arnaud Clercin, de la SNSM: "El conductor de la pala mecánica era muy bueno. Además, movilizamos a nuestro V1 y a una decena de voluntarios. Una operación como esta debe prepararse con antelación, para que podamos acudir con el equipo adecuado."

Tras trasladar decenas de metros cúbicos de arena, el primer remolque fue golpeado, pero se rompió rápidamente. Un segundo e el remolque se sujetó con un cinturón al yate para proteger las cornamusas, pero éste a su vez se rompió.

Para los 3 e para ello, la driza de la mayor se sujeta al cubo de la pala para mantener una cierta inclinación. Esta maniobra sólo puede realizarse en un mástil pasante, que soporta mejor estos grandes esfuerzos. La lancha reanudó el remolque por la popa y deslizó el casco varado hasta aguas profundas.

El timón no resistirá que lo vuelvan a poner en el agua, pero es un inconveniente menor dada la complejidad de la operación. El yate está siendo remolcado por el SNS 150, y llegará a un astillero local tras tres horas y media de navegación.

Controle siempre su amarre

Aunque el resultado de la intervención fue bastante afortunado, con escasos daños materiales, la principal lección del incidente es un recordatorio esencial. En cualquier circunstancia, y más aún en caso de vendaval, el patrón debe asegurarse de que su fondeadero es seguro. En este caso concreto, dejar el barco para dormir en un hotel es un riesgo importante, sobre todo porque el propietario no había comprobado previamente el tamaño del amarre. Siempre es preferible poder izar el ancla en caso de necesidad.

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