Hook Head: el faro milenario del Mar de Irlanda, una baliza esencial para el condado de Wexford

© Andrew Sykes Photography

Situado sobre un promontorio azotado por el viento, el faro de Hook, al sureste de Irlanda, es uno de los más antiguos del mundo.

En el extremo sur del condado de Wexford, la península de Hook Head corta el Atlántico como una proa de granito. Es aquí donde se alza desde hace casi 8 siglos un coloso de piedra blanca y negra: el faro de Hook este monumento marítimo, construido sobre los restos de una torre aún más antigua, es un libro abierto sobre la historia de la seguridad en el mar. Construido sobre los restos de una torre aún más antigua, este monumento marítimo, libro abierto sobre la historia de la seguridad en el mar, encarna el vínculo perdurable entre el hombre y el mar. Veamos la historia de esta torre medieval, que ha sobrevivido a los siglos, capeando temporales, guerras y cambios en la navegación para seguir cumpliendo los requisitos modernos de la señalización marítima.

Un faro de origen monástico

El faro de Hook no sería nada sin el monje Dubhan, que llegó de Inglaterra en el siglo V para establecer una comunidad religiosa en esta costa inhóspita. Según fuentes históricas, las primeras luces de señalización de la península de Hook datan de esta época. Los monjes mantenían un fuego encendido en la punta rocosa para advertir a los marineros de los peligrosos arrecifes a la entrada del estuario del Suir, principal vía de acceso a los puertos medievales de Waterford y New Ross.

Este papel espiritual combinado con una función marítima se formalizó en el siglo XII. Raymond le Gros, compañero de Richard de Clare conocido como Strongbow, líder de la conquista normanda de Irlanda, recibió el encargo de construir una torre de señales permanente en Hook Head. Fue construida por los cistercienses de la abadía de Dunbrody y encargada hacia 1172. La estructura original, con muros de 4 metros de grosor y una base circular de 13 metros de diámetro, permanece prácticamente inalterada en la actualidad. Una proeza arquitectónica para su época.

Una torre medieval aún en uso

Pocos faros en el mundo pueden presumir de una longevidad semejante. Hook Head está reconocido como uno de los faros operativos más antiguos del mundo, junto con la torre de Heraclio en La Coruña (España). Hasta el siglo XVII, el fuego se mantenía al aire libre en la plataforma de la cima por guardas procedentes del clero local. No fue hasta 1671 cuando la administración inglesa, entonces encargada de la seguridad marítima irlandesa, modernizó el sistema instalando una linterna cerrada.

El faro sufrió varias transformaciones. En 1791, la torre se equipó con un sistema de reflectores parabólicos, que se mejoró en 1810 con la adición de un mecanismo giratorio. En 1871, una lente de Fresnel sustituyó a los reflectores, aumentando considerablemente el alcance de la luz. Hoy en día, la luz automatizada de Hook Head, visible a 46 kilómetros, sigue avisando a los navegantes de la proximidad de una costa peligrosa. Funciona con energía solar desde su última actualización en 1996, pero sigue conectada a la red en caso de avería.

Posicionamiento estratégico

La península de Hook marca la entrada al puerto de Waterford, un estuario vasto pero rocoso, con fuertes corrientes y frecuentes nieblas. Desde la Edad Media, los buques mercantes y de guerra han utilizado este paso para llegar a los puertos de Waterford y New Ross, que en aquella época figuraban entre los más activos de Irlanda. Hook Head era su primer faro tras cruzar el Mar Céltico.

La torre es también un punto de referencia para la pesca de bajura, sobre todo para los barcos que faenan entre las costas de Wexford y las de la península de Dungarvan, al oeste. La zona sigue siendo frecuentada por cargueros, transbordadores y embarcaciones de recreo. El faro completa una moderna red de señalización que incluye el control por radar del puerto de Waterford y varias boyas luminosas amarradas en el estuario.

La vida de un farero

Antes de la automatización, vivir en el faro de Hook significaba una existencia aislada y rigurosa. Los fareros vigilaban la luz día y noche y mantenían los mecanismos limpiando las lentes y asegurando el suministro de aceite, y luego de electricidad. El menor incidente, una tormenta, una avería, podía poner en peligro a los barcos en el mar. Las condiciones meteorológicas, a menudo duras en este cabo azotado por los vientos del oeste, hacían que la tarea fuera aún más exigente. El último vigilante dejó la torre en 1996, pero el espíritu de vigilancia permaneció. Un sistema de control remoto con base en Dun Laoghaire, cerca de Dublín, vigila continuamente todos los faros de Irlanda.

Un faro para el recuerdo

Hoy en día, Hook Head se ha convertido en un destino popular para los amantes de la historia náutica. La torre, abierta al público, alberga un centro de interpretación, exposiciones sobre la evolución de los faros y visitas guiadas hasta la linterna. La vista desde lo alto de la torre se extiende sobre el Mar de Irlanda. Declarado monumento nacional, Hook Head es también escenario de numerosos actos náuticos, como regatas, recreaciones históricas y festivales. El faro es un recordatorio de que la seguridad en el mar siempre ha sido una cuestión de transmisión: desde el fuego de leña de los monjes hasta las tecnologías más recientes, es la preocupación por proteger a los navegantes lo que guía la historia de esta torre.

© Kay Caplice
kay Caplice
Más artículos sobre el tema