La felicidad está en el anexo: elige bien para aprovecharla al máximo

Pequeñas embarcaciones, grandes historias. La embarcación auxiliar, a menudo vista como un simple medio para llegar a tierra firme, se convierte rápidamente en el escenario de nuestras mayores anécdotas... y a veces de nuestros mayores sustos. Entre motores recalcitrantes, regresos nocturnos y escalas inesperadas, merece toda nuestra atención y un poco de ternura.

No solemos hablar de ellos, pero están ahí, fieles compañeros en nuestros fondeaderos. Hinchable o rígida, con o sin motor, la embarcación auxiliar es el puente entre la tierra y el mar. Un eslabón discreto pero esencial. También es el lugar donde uno se encuentra, con los pelos al viento, improvisando un plan B cuando el plan A encalla en dos nudos de corriente. Porque detrás de cada traslado "rápido" en lancha neumática, a menudo hay una pequeña historia que podría llenar por sí sola un cuaderno de bitácora.

El anexo, teatro de lo inesperado

¿Quién no ha vivido alguna vez un desembarco demasiado deportivo? Un motor que tose al salir del muelle, un remo que ha olvidado a bordo o una corriente más fuerte de lo previsto que le lleva amablemente de vuelta a su amarre... marcha atrás. Estas situaciones, molestas en su momento, se convierten a menudo en recuerdos vívidos que se cuentan durante el aperitivo.

Este mismo verano, en las ondas de la famosa emisora de radio de los pantalanes, oímos hablar de un flamante bote neumático, aún embalado durante meses, que resultó tener un agujero nada más inflarse por primera vez. Más adelante, una tripulación tuvo que ser remolcada por la capitanía después de que su motor se averiara en medio del puerto. ¿Y quién no ha experimentado alguna vez ese motor caprichoso que decide arrancar sólo una de cada tres veces, ante la mirada divertida de los vecinos anclados? Es un recordatorio de que una embarcación auxiliar, por discreta que sea, no deja de ser un barco en sí mismo, con sus propias peculiaridades e imprevistos.

Estar bien equipado es la mitad de la aventura

Chalecos salvavidas a mano, linterna frontal para los regresos nocturnos, cuerda en buen estado, tapón roscado... La embarcación auxiliar no necesita mucho, pero lo poco que necesita es mejor no olvidarlo. Un pequeño kit "por si acaso" (remo, cuerda de repuesto, kit impermeable) convierte una posible pesadilla en un tranquilo paseo.

Lista de control exprés antes de cada salida adjunta

  • Chalecos: llevados o listos para poner (obligatorios en caso de mar gruesa o viaje largo).
  • Tapón de nable: revisado y apretado âeuros un tierno se llena más rápido de lo que crees.
  • Cuerda de amarre: lo suficientemente larga para evitar el roce con el muelle o el velero.
  • Motor: alimentador abierto, bombilla de cebado bombeada, disyuntor conectado a la muñeca.
  • Equipo básico: remo funcional, kit impermeable con teléfono y linterna.

Las pequeñas alegrías de desembarcar

La embarcación auxiliar es también ese momento suspendido: deslizarse por una playa desierta al amanecer, acercarse a un pueblo desconocido, regresar con los brazos llenos de verduras y sonrisas locales. A menudo es ahí, entre la arena y el pantalán, donde se revela el verdadero sabor del crucero: un pie en el agua, el otro en tierra firme, y el corazón entre dos mundos.

Cuando se convierte en parte integrante del viaje

Al pasar por los puertos de escala, se dará cuenta de que la embarcación auxiliar no es sólo un accesorio práctico, sino un compañero de viaje. Bien cuidado, amplía la libertad del yate. Si no se cuida bien, puede volverse en nuestra contra... a veces en los momentos más inoportunos.

Regreso de la noche : 3 consejos para mantener la calma

  1. Luces: luz blanca o lámpara estanca visible a 360°, faro para maniobras.
  2. Posicionamiento en la salida: anote la alineación o la posición GPS del yate antes de salir del fondeadero.
  3. Navegue con cuidado: reduzca la velocidad, lleve chaleco salvavidas y evite los canales no iluminados si no está familiarizado con ellos.

Elegir el anexo adecuado: puntos clave

Porque no se pueden vivir las mismas aventuras con una embarcación neumática de PVC de 2,40 m que con un casco motorizado de aluminio de 3,20 m, he aquí los criterios que marcan la diferencia:

  • Materiales de la caña: PVC (ligero, asequible, pero sensible a la luz solar) frente a Hypalon (más caro, pero resistente a los pinchazos bajo los rayos UV).
    âeuros¢ ¿Cáscara dura o blanda? Casco duro = mayor estabilidad y comodidad, pero más complicado de guardar. Fondo blando = ligero, plegable, pero menos marinero. Un fondo hinchable de alta presión puede ser un buen compromiso: más rÃgido y estable que un fondo de listones, pero aun asà plegable.
    âeuros¢ Dimensiones: la longitud y la anchura influyen directamente en la estabilidad y la capacidad real.
    âeuros¢ Peso máximo: piense en la botadura y el arrastre, especialmente si va a izar la embarcación auxiliar.
    âeuros¢ Capacidad real: 4 personas como se anuncia... sí, pero cómodo para 2, apretado para 3.
    âeuros¢ Potencia del motor: no hay necesidad de sobremotorizar; lo importante es tener el equilibrio adecuado entre carga, velocidad y regulaciones.
    âeuros¢ Limite los robos: cable sólido y candado, grabado discreto, o simplemente retire el motor cuando esté amarrado.

Conclusión

A menudo nos embarcamos en una embarcación auxiliar sin pensar en ello, como si tomáramos una escalera conocida. Y, sin embargo, la embarcación auxiliar por sí sola es el epítome de la navegación: lo inesperado, la adaptación, los encuentros y el asombro.

Como dijo Antoine de Saint-Exupéry: "Cuando se trata del futuro, no se trata de predecirlo, sino de hacerlo posible" Y a veces, hacer posible una gran aventura empieza... por cuidar bien de tu pequeño apéndice.

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