La silueta ancha y la proa llena y redondeada se han convertido en el nuevo lenguaje de los arquitectos navales. Más que una evolución, es una revolución estética y técnica que ha barrido todo el mercado. El scow es ahora el signo de un barco moderno, actual y reconocible al instante.
Estéticamente, todo hay que decirlo, no seduce a todo el mundo. Los puristas del buen diseño fruncirán el ceño, nostálgicos de los esbeltos arcos que cortaban las olas como una cuchilla.
Pero los comisarios tienen que enfrentarse a los hechos: en pocos años, este casco atípico ha barrido las formas clásicas. Ya no se trata de convencer, sino de exponer. El scow ha entrado en el paisaje como algo natural. El mercado ha hablado. Los salones náuticos están llenos de scows, y tanto si le parecen atractivos como torpes, se venden.

Porque seamos sinceros: si dejamos a un lado los discursos de marketing y las explicaciones hidrodinámicas que ya se han esgrimido, la verdadera revolución de la scow no está sólo en el mar... también está en el salón. Más anchura a proa significa más volumen interior. En otras palabras: literas más anchas, camarotes que ya no recuerdan a la tienda de campaña biplaza pegada en el camping de Groix y la posibilidad de ponerse de pie sin golpearse contra el mamparo. Suficiente para reconciliar a la Sra., el Sr. y todos los adolescentes con la vida a bordo.
En cambio, los grandes astilleros guardan silencio. Los pesos pesados del sector de la náutica de recreo no ofrecen una proa con rebote y prefieren ofrecer sus gamas con cascos más tradicionales. ¿Se trata de cautela comercial o de un conservadurismo consciente? Es difícil saberlo. Tal vez estén esperando a que la tendencia arraigue antes de invertir masivamente, o tal vez teman que una tripulación familiar no vea con buenos ojos el aspecto achaparrado de un scow.

Así que, mientras tanto, los proyectos más pequeños toman protagonismo, con la agilidad y la libertad de los outsiders. Se atreven donde los grandes vacilan. Y en los pantalanes, te hace sonreír: ver a estos mofletudos asomando la nariz entre las siluetas más sabias, es un poco como si un invitado llegara a una cena de gala en chanclas. Al principio te parece un poco grosero, pero luego acabas preguntándote si no tendrá razón.
En la náutica siempre ha habido olas de tendencias. Los scows de hoy bien podrÃan ser los carènes obvios de mañana. Pero por el momento, siguen siendo los pequeños constructores quienes asumen el riesgo y el placer de escribir este nuevo capÃtulo.
Queda por ver si mañana seguiremos hablando de la "tendencia scow", o si simplemente diremos "velero".