Cruceros otoñales, la nueva luz de Cerdeña

Entre calas azul celeste y colinas ámbar, Cerdeña revela una cara apacible fuera de temporada. Cuando el calor es suave y escasean los veleros, la isla se presta a una navegación tranquila, todo lentitud y ligereza.

En otoño, cuando el Mediterráneo recupera el aliento, Cerdeña se convierte en el patio de recreo favorito de los navegantes. Los puertos se vacían, la luz se vuelve más suave y los vientos de poniente invitan a disfrutar de una navegación tranquila entre calas desiertas y pueblos coloridos. Es el momento perfecto para levar anclas sin restricciones, disfrutar de escalas improvisadas y redescubrir lo que realmente significa "navegar".

El verano que se desvanece, el mar que respira

Al salir de Bonifacio, en Córcega, en dirección sur, el mar se vacía poco a poco. Enfrente, en Cerdeña, la luz cambia: más baja, más dorada, casi inmóvil. A bordo, el ritmo se ralentiza. Los vientos del Oeste son moderados, las temperaturas aún agradables y los fondeaderos más tranquilos.

A medida que la temporada se acerca a su fin, redescubrimos el gusto por la navegación sencilla: escuchar el viento, saborear el mar, detenerse sin prisas. El otoño se instala, pero sin tristeza. Trae esa rara calma que resulta tan familiar a quienes han saboreado el Mediterráneo después de las multitudes.

Al norte, el archipiélago de La Maddalena: una joya virgen

Desde Palau o Cannigione, puede abrirse camino entre los islotes de La Maddalena: Budelli, Spargi, Santa Maria... nombres que evocan aguas cristalinas y fondos turquesas. Los fondeaderos están bien señalizados y los parques marinos vigilan: aquí se echa el ancla con respeto, en la arena, nunca en la posidonia.

En noviembre, las playas están desiertas, los senderos vacíos y los puertos tranquilos. Los vientos oscilan entre 10 y 15 nudos, perfectos para deslizarse de un refugio a otro sin forzarse. Al atardecer, la luz rasante hace arder el granito rosa: una escena casi irreal cuando se contempla desde la bañera, con una taza caliente en la mano.

Costa oriental: del golfo de Orosei a Arbatax, Cerdeña salvaje

Una vez pasado Capo Comino, la costa se vuelve más abrupta. Los acantilados de piedra caliza se sumergen en el mar, y las calas bien merecen una visita.
Cala Luna, Cala Goloritzé: nombres míticos, a los que a menudo sólo se llega por mar. El otoño los hace más accesibles, más reales.

Recuerdo una tarde sin viento en Cala Luna, el barco anclado en una playa de arena blanca, solo anclado. La luz dorada que destellaba en las paredes era como estar fuera del tiempo. Más al sur, Santa Maria Navarrese y Arbatax ofrecen refugios seguros y animados, perfectos para pasar unos días en tierra. Los restaurantes vuelven a abrir para los lugareños, el ritmo se ralentiza: es Cerdeña en estado puro.

Costa Oeste: Bosa

Al rodear el sur de la isla, el mar se abre. El mistral puede aparecer de repente, pero no faltan los refugios. Bosa, a orillas del río Temo, es una atracción inmediata. Sus coloridas fachadas, su mercado matutino y sus cafés con las persianas entreabiertas destilan el encanto de una época pasada.

En las tardes de noviembre, el mar es un espejo, denso y tranquilo, lleno de luz. Las noches de fondeo son de un silencio casi total, sólo perturbado por el chapoteo contra el casco o las campanas de un pueblo lejano. Navegar aquí significa aceptar un ritmo diferente, un vínculo constante entre el mar y la tierra.

Navegar con conciencia

Cerdeña ha sabido preservar su autenticidad. Las autoridades marítimas son vigilantes: la gestión de los fondeaderos en las zonas protegidas de La Maddalena, Tavolara y Orosei requiere algunas precauciones, pero garantiza la belleza de estos lugares.
En otoño, tienes tiempo para hacer las cosas bien: reducir el motor, ajustar la vela, entender el viento. Esta navegación suave y respetuosa parece hecha para esta estación.

No basta con explorar Cerdeña: hay que vivirla. Entre calas desiertas y pueblos coloridos, enseña la dulzura de un ritmo diferente. Aquí, el otoño no anuncia el final de la temporada estival, sino la vuelta a lo esencial.

" En el mar, algunos caminos llevan lejos. Otros, como los de Cerdeña, llevan de vuelta a casa. "

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