Pierre Leboucher se tomó la molestia de responder a nuestras preguntas a bordo del Class40 LEGALLAIS, aún amarrado en Le Havre. El barco está listo. Todavía hay algunas maletas en la litera y se están realizando las últimas comprobaciones en la calma de la víspera de la salida. Pierre está hoy solo al timón. Fabien Delahaye, su co-patrón para esta temporada 2025, está temporalmente ausente. Es la ocasión para que el navegante de Nantes comparta algunas confidencias, sin rodeos y con sentido del humor.
Una entrevista en solitario, pero un dúo en la cabeza

Incluso a solas a bordo, Pierre habla con naturalidad de su compañero. Habla de la forma en que se complementan, de la preparación compartida, del respeto mutuo que se han forjado a lo largo de los años, primero como competidores y ahora como compañeros de equipo. Pero hoy, es su voz la que escuchamos, y dice mucho de lo que representa una regata transatlántica a dos.
Rituales, hábitos y placeres culpables a bordo
A través de una serie de preguntas cortas, descubrimos el mundo personal del marinero. ¿Su amuleto de la suerte? ¿Su manjar secreto? ¿Su ritual previo a la salida? ¿Qué es lo que nunca le diría a su compañero de tripulación, salvo quizás hoy, delante de una cámara? Pierre responde a bocajarro, siempre con una sonrisa. Es un momento sin filtro, de los que rara vez se ven unas horas antes de la salida de la regata.
Un enfoque pragmático de la vida en el mar

La entrevista también revela a un navegante metódico, atento a los detalles. ¿Qué considera esencial a bordo? ¿Qué echa de menos? ¿Qué le molesta? ¿Qué admira? Nada se deja al azar, ni siquiera en las respuestas más ligeras. Tecnología, ecología, recuerdos del mar... Pierre adopta una postura, siempre anclada en el hormigón.
Las inspiraciones de ayer y los deseos de mañana
Cuando hablamos de sus primeras viradas, de lo que leyó en el mar o de los marinos que le inspiraron, Pierre se abre con sencillez. Se siente el placer intacto, el placer de navegar, aprender y compartir. Y cuando llega el momento de elegir una escala de ensueño o un barco personal, siempre es el mar el que habla.

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