Algunos embarques son más relajados que otros, y el de Armel Tripon es uno de ellos. Bajo la cubierta de su flamante IMOCA Les P'tits Doudous preparado para la Transat Café l'Or 2025, el patrón de Nantes se presta a una entrevista fuera de lo común. Es una forma de revelar lo que ocurre entre bastidores, entre complicidad, emoción y franqueza.
Objetos sencillos para una travesía no tan pequeña
Antes de zarpar, Armel Tripon mete en su bolsa un sedal y un libro. Nada extravagante. "Si vamos a salir de aquí, será mejor que tengamos algo que leer" bromea. El tono está dado: espontáneo, sin tapujos, muy marinero.

Un miembro del equipo, confidencias, un ambiente
El co-patrón, Tangy, se describe con una palabra. No con dos. Y esa palabra dice mucho. Entre risas y confidencias, Armel reconoce sus cualidades indispensables a bordo. Este dúo no está ahí por casualidad. Funciona en la cuerda floja entre la confianza y la sencillez.
Automatismos tecnológicos y emociones humanas
Cuando habla de pilotos automáticos, le cambia la voz. Habla de delicadeza, de precisión, de cosas que antes eran impensables. "Estoy asombrado murmura. Es una admiración rara para quien ha visto tanto. Sin embargo, el patrón permanece anclado: las verdaderas emociones vienen del mar abierto. Una salida de la luna, una mar gruesa, un oleaje bien cogido, eso está más allá de todos los algoritmos.

Música, platos de ensueño y recuerdos de infancia
No es una superstición, sino un hábito: llévate una lista de reproducción. A veces incluso me la ofrece un amigo DJ. Este año debía embarcarse con una recopilación de Stereolux. Se lo perdió, pero el espíritu estaba ahí. ¿A su llegada? Un plato caliente, sabroso, aún sin definir. Y siempre ese sabor de la infancia, ese recuerdo de optimista en un lago mediterráneo.
Próxima parada: hielo y Polinesia
El Sur, el hielo, los fiordos... Armel sueña con navegar por las zonas frías. Pero también con navegar hasta las islas Marquesas. Son dos extremos que revelan el mismo deseo: navegar lejos, de otra manera. Y si algún día tuviera su propio barco, sería un multicasco volador o un gran crucero, según el humor y la temporada.

Ecología pragmática y humanidad a bordo
Cuando se trata de materiales, Armel no vende sueños. Habla de un barco construido en parte con desechos de la industria aeronáutica. No es un ejemplo perfecto, pero es una pista. Un intento. Una toma de conciencia. Y sobre todo, insiste: "Sin mi equipo, no soy nada" . Ni pose ni impostura: una constatación de los hechos.

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