A pocas horas de la salida, Vincent Riou nos recibe a bordo de su Class40, mientras se prepara para el tiempo. Nada de grandes discursos, sino un intercambio espontáneo, franco y a veces chirriante, como a él le gusta. El navegante de Finisterre, ganador de la Vendée Globe en 2004, se embarca en una aventura un poco diferente, basada en compartir y transmitir. ¿Su compañero de equipo? Un aficionado ilustrado que, hasta hace dos años, sólo conocía las regatas oceánicas por su imagen televisada.
Un dúo inesperado pero asertivo
" No es una carrera transatlántica como las demás ", dice Riou desde el principio. Esta vez no busca el podio. Sino un deseo claro: pasar página. El deseo de competir no está metido en una caja estanca, pero se expresa de otra manera. " No tenemos las mismas armas que los demás, así que apostamos por otra cosa" . A bordo del Class40 Pierreval Fondation GoodPlanet, la curva de aprendizaje es continua, desde el trimado de las velas hasta las decisiones estratégicas. Y está claro que el método funciona.

Los hábitos de un viejo marinero
Cuando se le pregunta qué echa de menos a bordo, responde: " ¡Mi cama!" . Basta con eso para darse cuenta de que la comodidad no está a la orden del día. Y cuando se trata de amuletos, Riou recurre a los clásicos: las fotos de familia. Nada esotérico, simplemente humano.
¿Su ritual antes de partir? " No cejar en los últimos días" . Porque, como suele ocurrir, el diablo está en los detalles. Y en el mar, los detalles son caros.
A bordo, es hora de ponerse manos a la obra
Nada de electrónica de última generación ni artilugios innecesarios. La pieza clave del equipamiento de Riou es el mando a distancia de su piloto automático, " siempre alrededor del cuello" . El conductor de hoy es el tercer miembro de la tripulación. Más fiable que un ser humano el 80% de las veces, en su opinión.

Para los momentos difíciles, o los alegres, está la música. Listas de reproducción bien surtidas, sin electro, " no como lo que oiremos esta noche en el pueblo" . Y un filete de costilla a la llegada, si es posible. Porque, sí, sigue siendo un poco carnívoro", admite sin rodeos.
Un marinero que contempla, una y otra vez
Treinta y dos años de carrera, once salidas de Le Havre y, sin embargo, sigue maravillándose. " El océano sigue siendo un lugar para contemplar" . Una frase que resume su estado de ánimo: lúcido, pero no hastiado.

Ver el vídeo
Si le sobran tres minutos, no se pierda esta entrevista fuera de lo común. Es cruda, a veces divertida, siempre sincera. Véala en Bateaux.com, en nuestra serie de entrevistas desde los pontones de Le Havre.

/ 











