Las colisiones con cetáceos siguen siendo uno de los principales riesgos, principalmente para los corredores de alta mar. La travesía de los océanos se realiza a velocidades cada vez mayores y las colisiones con estos animales son dramáticas. Por supuesto, para los barcos y los competidores a bordo. Pero también, los animales resultan heridos o a veces muertos por colisiones con estas embarcaciones.
Ya existen soluciones de detección ( OSCAR ) o para ahuyentar a los cetáceos. Pero la caja de herramientas nunca es lo suficientemente completa cuando se trata de hacer cohabitar a sus habitantes endémicos y a los humanos en los barcos en el océano.
Escuche la presencia de animales
El proyecto Bombyx2 pretende detectar, mediante la escucha, estos animales y alertar de su presencia. Entonces se deja a los navegantes la elección, en conciencia, de permanecer o cruzar la zona vigilando con más atención. O para desviarse y evitar la zona en cuestión.
Hervé Glotin, investigador de la Universidad de Toulon, explica: " Las colisiones tienen un coste económico para todos los actores del sector. Las empresas de carga tienen que poner sus barcos en dique seco para su inspección, los patrones arriesgan la estructura de sus yates s", explica. " El precio más alto lo pagan los biovidentes, que pierden su riqueza con cada encuentro entre un barco y un animal. "
Boyas subacuáticas
Bombyx 2 forma parte del programa más global Maritime Interreg Gias, cuyo objetivo es asegurar la cohabitación de animales y humanos en la superficie del océano. Las boyas, desarrolladas por la empresa francesa Osean, se sumergen a 25 metros de profundidad, ancladas al fondo y con una boya en la superficie para localizarlas. Cada boya pesa 60 kg y está equipada con lastres que le permiten, a intervalos regulares, subir a la superficie y transmitir a través de la red GSM (4G o 5G según el caso), los resultados del análisis de los datos de audio recogidos por los 5 hidrófonos que equipan cada unidad.

Estos datos son analizados por un sistema de inteligencia artificial a bordo de las boyas, que aprende por sí mismo y puede determinar si un sonido es de un animal o no. Esta información se envía a la flota de 39 buques de la red de detección de cetáceos Repcet.
El investigador explica que esta versión, "p más avanzado [que el anterior NDLR] mejorará esta herramienta, que hasta ahora se ha basado en la observación visual. Los barcos podrán detectar animales que no se mueven en la superficie. "

Un despliegue progresivo
En otoño de 2021 se instalarán dos boyas, a las que seguirán otras diez, de momento en una zona repartida entre Tolón y Mónaco, en el Mediterráneo.

Cuando se sumergen, estas boyas no interfieren con la navegación y permiten una detección óptima. Son energéticamente autosuficientes y capaces no sólo de escuchar sino también de analizar el flujo de audio. Determinan la presencia de animales, así como su número y rumbo, proporcionando una valiosa información a los usuarios e investigadores.
A largo plazo, si se desarrollan en la superficie del globo, estas boyas podrían constituir una potente herramienta de cartografía preventiva que, unida a una solución de detección activa en la zona como la del OSCAR francés, aportará una mayor seguridad a los navegantes, tanto a los competidores como a los comandantes de los buques mercantes.
Reservado a los profesionales por el momento
Por el momento, la limitación del modelo es que sólo dirige sus detecciones a buques equipados con terminales de detección de cetáceos RepCet. La mayoría de estas 39 embarcaciones son profesionales y no son más que una gota en el océano de la navegación. Esperemos que los datos de dicha herramienta se pongan pronto a disposición de toda la comunidad náutica, ya que la protección de los animales marinos no debe convertirse en un negocio más en el mar.