Editorial / Compartir el mar y la costa: la dificultad del consenso

El mar es un espacio de libertad, pero también de usos múltiples. Los acontecimientos actuales nos demuestran lo complejo que es compartir los espacios marinos y lo difícil que resulta co-construir reglas de navegación.

Es difícil compartirlo

Compartir el espacio terrestre ya es a menudo complejo. Hoy podemos ver cómo la cohabitación de peatones, bicicletas y coches es objeto de tensiones en las ciudades. También lo es el impacto del hombre en el medio ambiente. Lo mismo ocurre, evidentemente, con el mar. Aunque el mar sea un gran espacio de libertad y un bien común, conseguir compartirlo con calma entre sus diversos usos es todo un reto. Desde las protestas de los pescadores contra los aerogeneradores en alta mar hasta los comunicados de prensa de las asociaciones de navegantes contra las restricciones en los parques nacionales, estas dificultades aparecen a menudo en las noticias.

No espere al desastre

Sin embargo, el mar es un medio cambiante, como el resto de nuestro entorno. Así que hoy es imposible quedarse anclado en los logros del navegante de mediados del siglo XX. Siempre oiremos el famoso argumento: "Pero si yo siempre he pescado aquí" o "Mis padres siempre han fondeado libremente frente a esta playa". Las normas tienen que adaptarse a un clima cambiante y a una navegación más intensiva, pero también a los nuevos usos de los recursos marinos. Pero para que sean aceptadas, deben ser consensuadas con todos. En a cargo del Parque Nacional de Port Cros para los amarres a la Estado para los parques eólicos marinos, todo el mundo está de acuerdo y quiere encontrar soluciones compartidas. Esperemos que podamos aprender de el éxito de la experiencia de regulación del tráfico por las DST tras el hundimiento del Amoco Cádiz aprendamos la lección, y no esperemos a que las catástrofes humanas o ecológicas nos lleven a un consenso...

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