La carrera por el rendimiento en la clase IMOCA, ¿a qué precio para el planeta?

El anuncio de la construcción de un nuevo IMOCA para Thomas Ruyant, sólo 3 años después de la botadura de su último barco, plantea una serie de interrogantes... En un momento en que las regatas oceánicas quieren ser más virtuosas y animan a los navegantes a ser más sobrios, ¿cómo se explica esta decisión?

Un nuevo IMOCA antes incluso de dar la vuelta al mundo

Aunque la clase IMOCA promueve los valores de la sostenibilidad, la reducción de la huella de carbono y la economía circular, ciertas elecciones, como las de Thomas Ruyant, plantean interrogantes. En 2023, Ruyant hizo construir un nuevo IMOCA para la Vendée Globe 2024-2025, pero ya está lanzando la construcción de otro barco para 2026. Aunque todavía no ha probado su nuevo barco en una regata alrededor del mundo... Aunque su actual IMOCA podría ser adquirido por Sam Goodchild, que comparte su cuadra con TR Racing, el rápido ritmo de construcción parece reñido con los valores que promueve la clase.

Construir de forma más sostenible y analizar el impacto

De hecho, en 2022, la clase introdujo la carta IMOCA, algunos de cuyos criterios incluyen la realización de un Análisis del Ciclo de Vida (ACV) de un barco IMOCA, el uso de materiales alternativos y la instalación de velas más ecológicas. En 2023, el trabajo del equipo 11th Hour Racing demostró que el ACV de su barco generó la emisión de 553 TCO2, o el equivalente en carbono del consumo eléctrico de 300 hogares.

¿No se corre el riesgo de que esta frenética carrera por el rendimiento socave los compromisos ecológicos de la clase? ¿Es necesario construir barcos nuevos cada tres años para seguir siendo competitivos? ¿No se podría alargar la vida de los barcos IMOCA mejorando las prestaciones de los barcos existentes, en lugar de aumentar constantemente la producción?

La construcción de un nuevo IMOCA es un proceso costoso, tanto desde el punto de vista financiero como de la huella de carbono. El uso de materiales compuestos avanzados y la optimización tecnológica tienen un impacto considerable. Sin embargo, la clase IMOCA fomenta la reutilización y la durabilidad de los equipos. Sin embargo, elecciones como las de Ruyant demuestran que la realidad de la competición sigue dominada por la búsqueda del rendimiento, a veces en detrimento de los valores medioambientales declarados.

Algunas personas eligen construir pensando en la sobriedad

Construir un nuevo barco IMOCA también puede formar parte de un planteamiento sobrio, como el proyecto conjunto de Jean Le Cam y Eric Bellion. Los dos navegantes han decidido lanzarse a la construcción de un nuevo IMOCA para esta 10ª Vendée Globe, basado en el último diseño de moda -un scow- pero sin foils. El presupuesto global del IMOCA de Jean Le Cam es de 4 millones de euros, una bonita suma, pero reducida a la mitad en comparación con un velero de regata ultracompetitivo. El objetivo de los dos hombres es tener un barco sencillo, pero que pueda perdurar en el tiempo.

Las regatas oceánicas, más comprometidas con la sostenibilidad

Además de la clase IMOCA, el conjunto de las regatas oceánicas apuesta por la sobriedad. En la clase Mini, por ejemplo, se ha decidido limitar el número de barcos nuevos a 25 de aquí a 2024 o congelar los nuevos diseños. La organización también ha establecido regatas reservadas a los barcos "viejos" para mantenerlos vivos. Por último, entre otros ejemplos, Class40 y Ocean Fifty están limitando o prohibiendo el uso de carbono en la construcción de sus barcos.

Por último, surge la pregunta: ¿estamos dispuestos a sacrificar nuestros compromisos ecológicos para ganar a toda costa? Es hora de que la clase IMOCA y sus patrones encuentren un equilibrio entre rendimiento y responsabilidad ecológica, para conciliar las regatas oceánicas y la sostenibilidad.

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