Amontonamiento de anclas
"Hace poco vivimos uno de los peores momentos de nuestras vidas. Mientras dormíamos (nota del editor) nuestro barco sufrió un accidente que nos conmocionó profundamente. Estamos increíblemente agradecidos por los mensajes y el apoyo que hemos recibido tras esta terrible experiencia.
Mientras nos recuperamos y tratamos de asimilar este incidente, les pedimos paciencia, ya que necesitamos tiempo para concentrarnos y tomar distancia de la situación.
Nadie resultó herido y nos sentimos muy aliviados. Sin embargo, los daños sufridos por nuestro yate son muy importantes, y nuestro viaje en velero se ha suspendido indefinidamente. Daremos más detalles cuando llegue el momento, pero somos conscientes de que en Japón está circulando un artículo que contiene inexactitudes sobre el accidente. Les pedimos su comprensión mientras tratamos estas discrepancias en la información y las dificultades legales que causan."

Parados en seco
Sailing La Vagabonde surcaba el mar de Seto, un mar interior entre las islas de Honsh?, Shikoku y Ky?sh?, donde se encuentra la ciudad de Hiroshima, que acababan de visitar.

Durante las últimas semanas, la tripulación nos ha ido presentando el panorama náutico japonés: puertos deportivos vacíos de yates y nada caros, mucha burocracia a la que hacer frente, pero funcionarios siempre amables y acogedores, paisajes impresionantes, abundancia de biodiversidad marina y tifones sucesivos en esta época del año, que su trimarán siempre conseguía esquivar con ventaja. Habían optado por quedarse en Japón hasta la primavera, para iniciar a sus hijos, que sólo conocen el calor de los trópicos, en la nieve y las alegrías del invierno, y ver la famosa temporada de los cerezos en flor.
Desde 2014, a la tripulación de Sailing La Vagabonde nunca le han parado los pies. Riley Whitelum está obsesionado con la velocidad y quiere llevar a su pequeña familia de un país a otro lo más rápido posible. En cuanto compró el Rapido, ya le había echado el ojo al antiguo Idec de Francis Joyon. El barco yace abandonado en China desde la muerte de su propietario, Guo Chuan, un marino chino apasionado de la vela que compró el Idec a Francis Joyon para batir récords. Fue durante un intento de batir el récord de la travesía del Pacífico de San Francisco a Yokohama cuando Guo Chan desapareció. Desde entonces, el antiguo Idec Sport, rebautizado Quingdao, ha quedado huérfano y duerme en un puerto de San Francisco. En el momento del accidente, Riley Whitelum estaba en plena negociación con las autoridades chinas para saber en qué condiciones podía adquirir el barco. Quería sustituir el casco central del Qiingdao por el de su actual Rapido, para navegar aún más rápido y más lejos.

Todo eso está ahora en peligro, y esperaremos a las próximas noticias para saber cómo continuará sus aventuras esta familia de marineros australianos.