En un velero, el motor se considera un sistema de propulsión auxiliar, un sistema secundario. Para avanzar, el velero utiliza prioritariamente la fuerza del viento, para lo que adapta sus velas. Lógicamente -aunque cada vez es menos el caso, especialmente para los yates de crucero- un velero debe avanzar más rápido a vela que a motor. Por lo tanto, le interesa utilizar este modo de propulsión.
Un motor de maniobras de puerto

En ese caso, el motor sólo debe utilizarse para las maniobras, principalmente para entrar o salir del puerto, o para entrar o salir de un fondeadero. Sobre todo porque, con el creciente número de barcos, los puertos prohíben ahora las maniobras de navegación dentro de sus límites. Sólo para la maniobra portuaria, no es necesario un gran motor potente capaz de propulsar el yate a más de 10 nudos..
Sólo la alta potencia tranquiliza a los usuarios, especialmente a los menos experimentados. Se dicen: "Con un gran motor, aunque el viento sople fuerte, siempre podré volver a puerto". Este no es el punto aquí, pero sí influye en los compradores de veleros para equiparlos con un motor fuerte. El hecho es que, potente o no, el motor está presente en un velero.
Un motor que también puede ayudar a las servidumbres

Además de la propulsión, un velero también utiliza la electricidad para hacer funcionar los accesorios de a bordo. Ya sean equipos de navegación (electrónica, cartografía, piloto automático, etc.) o accesorios de confort (iluminación, nevera, etc.). Para ello, la energía eléctrica se almacena en baterías. Estos se cargan en el puerto enchufando un cargador en los 220 voltios del pantalán, pero ¿en el mar? En este caso, se suelen solicitar los alternadores de los motores. El famoso motor auxiliar adquiere gran importancia una vez en alta mar.
Un motor indispensable

Tanto si se trata de un motor fuera de borda instalado en el espejo de popa de un pequeño velero, como de un motor intraborda en la bodega de un modelo de crucero más grande, tanto si sólo hay uno o incluso dos, como en un catamarán (uno en cada casco), hoy en día es difícil prescindir de la propulsión. Los veleros de crucero llevan navegando con motor desde que existe la navegación (o casi).
Y si los cambios están por llegar, no es la eliminación de estos motores lo que hay que esperar, sino el tipo de energía utilizada para esta propulsión: si hoy los combustibles (gasolina o gasóleo) son los más comunes, mañana el motor será sin duda alimentado por la electricidad con una fuente de producción anterior. Así que el futuro se presenta apasionante