De la natación a la vela
Vito Dumas nació el 26 de septiembre de 1900 en Buenos Aires, Argentina. Deportista consumado, boxeó, nadó y voló. Pero fue la vela lo que le hizo famoso. Empezó a navegar a los 17 años, mientras daba clases de natación, que practicaba a buen nivel. En 1923 intentó cruzar cinco veces el Río de la Plata, pero fracasó. En 1931 viajó a Francia para intentar cruzar a nado el Canal de la Mancha, pero volvió a fracasar. Decidió entonces dedicarse a la vela.
Una primera travesía del Atlántico
Aunque nunca había navegado en alta mar, Vito Dumas decidió navegar de Europa a Buenos Aires. La travesía en solitario nunca se había intentado antes. La salida se dio el 13 de diciembre de 1931 en el LEHG, un JI de 8 metros construido en 1912 y abandonado, que él había reacondicionado como yawl. El barco estaba en malas condiciones, el tiempo era tormentoso y el frío omnipresente. Tras 5 escalas y 76 días de navegación, llegó a Buenos Aires el 11 de abril de 1932, después de recorrer 6.270 millas, tras encallar cerca del Río Grande y ser rescatado por la marina brasileña.
Vuelta al mundo en solitario por el Sur profundo
En 1934, Vito Dumas inició la construcción del LEHG II. Se trataba de un queche Marconi de 9,50 metros con el que decidió dar la vuelta al mundo en solitario. Pero, por razones financieras, se vio obligado a venderlo. Su proyecto maduró y fue finalmente en plena Segunda Guerra Mundial, en 1942, cuando decidió partir. Debía circunnavegar el globo a través del Sur Profundo, conocido como los 40 Rugientes, manteniéndose a la altura del grado 40 de latitud sur. Desierto desde la llegada del Canal de Panamá, el Sur profundo ofrecía más seguridad que el Atlántico Norte, donde la guerra hacía estragos. Vito Dumas no llevó radio a bordo para evitar sospechas de espionaje.
Una primera etapa en modo supervivencia
El marino compró su yate LEHG II y zarpó de Buenos Aires el 27 de junio de 1942 para navegar 110 millas hasta Montevideo, en Uruguay. La primera etapa oceánica de 4.200 millas le llevó a Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, tras 55 días de tormentas constantes, olas de 15 metros, sin electricidad, sin equipo de supervivencia y con el temor de tener que amputarse un brazo. Mientras reparaba una vía de agua, el navegante se lesionó las manos. Sin suministros médicos a bordo, sus heridas se infectaron y su brazo derecho se hinchó. Para evitar la gangrena o incluso la muerte, Vito Dumas se planteó la amputación, pero sin anestesia ni medicación, sus posibilidades de sobrevivir eran escasas. Mientras estaba inconsciente, el absceso que se había formado finalmente se abrió paso, drenando la infección.
Un camino recto a través de los Cuarenta Rugientes
Menos de un mes después, abandonó África para emprender la etapa más larga de su circunnavegación, 7.400 millas hasta Wellington, en Nueva Zelanda. Una vez más, el Océano Índico no perdonó. Vito Dumas se enfrentó a ciclones, olas gigantes y vientos de más de 50 nudos. Es el primer navegante en solitario que navega de África a Nueva Zelanda en línea recta por esta "ruta" de los Cuarenta Rugientes. Tras 104 días en el mar, por fin ha recorrido la mitad del globo. Continúa hasta Valparaíso, en Chile, a donde llega tras recorrer 5.200 millas en 72 días. Completó su circunnavegación llegando a Mar del Plata, a 3.200 millas en 27 días, y después a Montevideo, llegando a Buenos Aires el 7 de septiembre de 1943 tras 20.420 millas y 272 días en el mar.
El primer navegante que dobló el Cabo de Hornos sin encallar
Vito Dumas fue también el primer navegante en solitario que dobló el Cabo de Hornos y completó su travesía. El noruego Al Hansen lo había rodeado antes que él en 1943, pero de este a oeste, encalló en la costa chilena poco después. Joshua Slocum, por su parte, circunnavegó América por el estrecho de Magallanes.
Otros dos grandes viajes por mar
A su regreso, Vito Dumas escribió una novela sobre su aventura, El camino imposible que no le reportó el éxito esperado. Emprendió otros dos grandes viajes, el primero a bordo del Legh II, con salida y llegada a Buenos Aires vía Nueva York, las Azores y las Canarias, y el último a bordo del Sirio, de Buenos Aires a Nueva York.
Murió de un derrame cerebral diez años después de su último viaje, en 1965.
