Un marinero italiano con un destino trágico

Andrea Stella nació en Sandrigo en 1976 y se licenció en Derecho por la Universidad de Trento en 2000. En agosto de ese mismo año, durante un viaje de graduación a Estados Unidos, se vio implicado en un tiroteo inexplicable en Fort Lauderdale (Florida), que le provocó una paraplejia permanente de las extremidades inferiores.
Gran aficionado a la vela, Andrea Stella sueña con volver a navegar. Con el apoyo de su familia, decidió construir un catamarán accesible para todos. Los resultados de su trabajo han demostrado que prestar atención a la accesibilidad en el diseño de objetos y espacios es un valor añadido que beneficia no sólo a las personas con discapacidad, sino a toda la sociedad.
En 2003, Andrea Stella fundó la asociación sin ánimo de lucro "Lo Spirito di Stella", que desde entonces se ha embarcado en una campaña para promover la eliminación de barreras arquitectónicas y concienciar sobre la discapacidad.
Andrea consiguió despertar el interés y movilizar recursos, y se lanzó a la construcción de un velero que permitiera navegar en alta mar a tripulantes con movilidad reducida.
Un catamarán único

La elección arquitectónica recayó naturalmente en un catamarán de 15 metros, como explica Andrea:
"Con su espacioso interior y su escasa acomodación, el catamarán era la plataforma ideal para nuestro proyecto. Se creó un entorno óptimo para acomodar a los usuarios de sillas de ruedas. Al diseñar los espacios accesibles, se tomó como referencia una anchura estándar mundial de 68 a 69 cm, correspondiente a las dimensiones de las sillas de ruedas, para garantizar una circulación funcional de una zona a otra. Esto significa que cada zona tiene una anchura mínima de 71 cm.

Para la colocación de los botones e interruptores, se ha optado por una altura de 70 cm a fin de facilitar el acceso a las personas discapacitadas. Como en un catamarán convencional, el salón está situado en la parte central, que alberga el comedor y la cocina a estribor, donde se desarrollan las actividades de la tripulación"

Gracias a su bañera de un solo piso, el acceso a la embarcación se realiza por la cubierta de sol o por la amurada si el barco está amarrado en el costado.

El acceso al salón se realiza a través de una pequeña rampa con una inclinación de 8°.

Situados en los cascos, 2 de los 4 camarotes son accesibles en silla de ruedas, mediante un ascensor eléctrico. Los aseos asignados a los camarotes se han diseñado para ofrecer un acceso simplificado.


En cubierta, los tripulantes pueden desplazarse de popa a proa mediante un asiento deslizante que les permite avanzar. Todas las maniobras vuelven a la bañera y son fácilmente accesibles.


Por último, el acceso al agua se realiza a través de un ascensor equipado con un arnés de natación.

Miles de kilómetros recorridos por decenas de tripulantes discapacitados

Nada más botar el catamarán en Génova, Andrea puso rumbo a Miami para regresar al lugar donde empezó toda la aventura. Le siguió una primera vuelta al mundo, que duró 4 años, durante la cual el catamarán fue al encuentro de tripulantes discapacitados que ya no podían navegar.

Tras el éxito de esta primera experiencia, el catamarán acaba de emprender una nueva vuelta al mundo. Navegará algunas etapas con el famoso tres mástiles Amerigo Vespucci, conocido embajador a través de los mares del mundo. El objetivo de esta segunda circunnavegación sigue siendo sensibilizar a la opinión pública sobre la causa de las personas discapacitadas:
"Queremos demostrar que si podemos acondicionar un velero para personas discapacitadas, es posible hacer lo mismo para quienes se quedan en tierra" .