Cuando la vida anclada rima con autonomía eléctrica

Cuando pasas parte del año fondeado, es importante estar bien equipado. Es algo en lo que debes pensar cuando te instales en tu barco. Conozca su consumo, la forma en que quiere generar energía, el espacio disponible para la instalación y las adaptaciones necesarias que hay que hacer en el barco. Si no eres principiante, es una gran curva de aprendizaje y una forma interesante de pensar en tu consumo de energía.

Familiarizarse con la jerga y el sistema eléctrico

Mi aventura eléctrica comenzó en el ancla. Después de mi mudándose a vivir a bordo de La Ceci pronto me di cuenta de que la instalación existente no iba a ser suficiente. Tenía un pequeño panel solar y una batería suficiente para alimentar el ancla y las luces de navegación por la noche y el piloto durante el día, pero no lo suficiente para vivir a bordo, incluso con un consumo bastante bajo.

Iba a tener que ponerme manos a la obra. Quería hacerlo yo mismo. Era una forma de ser autónomo. Así que tenía que empezar por entender cómo funcionaba el sistema eléctrico, la diferencia entre voltios, vatios y amperios -sí, había llegado hasta ahí- y cómo conectar las baterías entre sí, en paralelo o en serie. Esta pregunta me hizo recordar mis clases de ingeniería... y quedaban muy, muy lejos. Tenía que aprender la función del alternador, la función del cargador, la función y las necesidades de potencia del convertidor, el grosor de los cables eléctricos, la corriente continua y alterna...

También tuve que fijarme en la diferencia entre las baterías: ¿de gel, AGM, de descarga rápida o lenta, etc.? Una vez elegidas, tuve que decidir su idoneidad en términos de capacidad -150 Ah, 180 Ah, 260Ah-, al tiempo que comprobaba que el tamaño de la batería se ajustaba al espacio disponible.

La batterie trouvera finalement sa place
La batería encontrará por fin su lugar

Un pequeño rompecabezas, al menos para mí.

Afortunadamente, la comunidad de marineros que me rodeaba tuvo la paciencia suficiente para explicarme cómo funcionaba todo.

¿Cómo generaré la electricidad?

En ese momento, decir que las cosas estaban claras en mi cabeza habría sido presumir, pero empezaban a estarlo. Luego vino otra pregunta: ¿cómo iba a generar esa electricidad? ¿Paneles solares o turbinas eólicas?

Hablando de ello a mi alrededor y mirando un poco en la red, me decidí rápidamente por los paneles. Me desanimaba un poco la fragilidad de los aerogeneradores y el ruido que hacen al girar. Además, me asaltaba el riesgo de ver en ellos un arma para cortar cabezas...

Así que decidí instalar paneles solares. Sí, pero ¿qué paneles solares?

Entonces comenzó todo un proceso de investigación y comparación de los tipos de paneles existentes -¿monocristalinos, policristalinos, amorfos? - y, en función de la carga requerida, la definición de la combinación a realizar: ¿un panel grande, dos pequeños? Todo ello definirá el espacio que ocuparán.

La decisión final dependería de mis necesidades de consumo eléctrico.

¿Cuánta energía eléctrica necesitas para ser autónomo?

Para terminar de organizar esta búsqueda de autonomía, había llegado el momento de interrogarme sobre mi propio consumo y el de la Ceci. Pronto me di cuenta de que este cuestionamiento estaba directamente relacionado con mi modo de vida.

¿Qué conecto? ¿Cuánto consumen estos aparatos? ¿Cuánto consume mi barco, con sus LED, bombas de agua, radio, instrumentos de navegación, piloto automático, Webasto...?

Es un ejercicio muy interesante.

Del mismo modo que tomé conciencia de los recursos utilizados al llegar al fondeadero, tener que fijarme en el consumo eléctrico de cada elemento utilizado con mayor o menor regularidad en el barco fue también una fuente de despertar ecológico.

Quería depender lo menos posible del motor para recargar las baterías, y aún menos de un generador (lo que no significa que no lo necesitara, en función de mis planes de viaje). Por lo tanto, todos los aparatos que se enchufaran a la red debían ser compatibles con 12 V. Viniendo de mi piso con tostadora, máquina de raclette (me encanta), batidora y todos los demás utensilios que existen en una cocina normal, iba a tener que reinventar mi cocina sin todos estos artículos.

Raclette à bord
Raclette a bordo

Lo hice y, ¿sabes qué? Bueno, me sentí bien.

La tostadora es una sartén, la raclette es una sartén sobre velas de té en otra sartén, y la batidora se ha convertido en una batidora de mano que utiliza un recipiente cerrado con cuchillas y un cable -¡gracias, amigos! Es todo un cambio, pero te acostumbras enseguida. Incluso tengo una chimenea.

¿Y la nevera? El aire libre en invierno y, en general, un cambio en los hábitos de compra. Después de dos años, sigo comprando una nevera para las cervezas frías en verano... Y sí, o eres belga o no lo eres.

Volviendo a mis paneles solares, tras este análisis de necesidades, llegué a la conclusión de que iba a necesitar 2: monocristalinos, de 150 vatios cada uno. Rápidamente me di cuenta de que iba a tener que instalar un pórtico para colocarlos.

En cuanto a la batería, opté por una de 260 Ah. Por suerte, esta, que pesa unos imponentes 80 kg, iba a caber justo donde yo pensaba.

La construcción del pórtico

Así que comienza la búsqueda del pórtico. Miro los barcos en el puerto, a mi alrededor. Pregunto en tiendas especializadas, busco en Internet. No es fácil. Lógicamente, quiero que sea sólido y aerodinámico. No me gusta la idea de hacer agujeros en el barco. Veo que los que están a la venta son muy caros. Encontré un artesano en Hendaya que los hacía a medida. Me puse en contacto con él. Lo pensamos juntos.

En mi caso, como novato total en este mundo eléctrico, voy asimilando poco a poco esta información. Al mismo tiempo que descubro este mundo, descubro también el de la mecánica. Es un mundo totalmente nuevo en el que tendré que aprender la jerga y las formas de hacer las cosas...

Más artículos sobre el tema