Informe de la SNSM / Borrachos a bordo: la SNSM se moviliza por una tripulación que secuestró a su capitán

© SNSM La Rochelle

Una intervención insólita para la tripulación de la SNSM en La Rochelle. Los voluntarios, apoyados por la policía marítima, acudieron en ayuda de un velero cuya tripulación ebria había provocado un motín. Philippe Machefaux, presidente de la estación, informa sobre la operación.

Una respuesta a un motín relacionado con el alcohol

 ©snsmlarochelle
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Un buen día de octubre, la SNSM de la Rochelle fue contactada por la Cruz para socorrer a un velero de diez metros que se había perdido en los canales. Pero la intervención no estaba motivada por una avería o un problema técnico, sino sobre todo por el hecho de que la tripulación estaba completamente ebria y era incapaz de regresar a puerto.

Peor aún, la tripulación tenía mal gusto para el alcohol y se había amotinado contra su capitán, que era el más borracho del grupo. Estaba encerrado en su camarote cuando llamaron a los servicios de emergencia.

Ante esta angustiosa situación, que refleja los riesgos del alcohol, los voluntarios de la SNSM cuentan con el apoyo de cuatro agentes de la policía marítima.

Un rescate a distancia

Tras una navegación nocturna para reunirse con la tripulación ebria, los voluntarios de la SNSM no pudieron ponerse al costado del queche. Un oleaje cruzado interrumpió la maniobra y el riesgo de daños era demasiado grande.

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Afortunadamente, uno de los tripulantes, un poco menos sobrio que sus compañeros, o que aguantaba mejor el alcohol, consiguió entrar en razón y escuchar las instrucciones de los socorristas.

Ante esta precaria situación, nos dirigimos al puerto de La Pallice, más fácil de alcanzar en estas condiciones. La costa boyarda no estaba lejos, y había que moverse rápidamente antes de que la situación empeorara. El convoy llegó finalmente al puerto pesquero en plena noche.

Bajo riesgo de enjuiciamiento

Aparte de la factura de la asistencia de la SNSM, que no ayudará a su resaca, esta tripulación no tendrá que sufrir las consecuencias de sus actos. No cometieron ningún accidente y su única culpa es haber bebido demasiado alcohol. No hay límite máximo para conducir un barco, salvo para los marineros profesionales, que incurren en multas e incluso condenas penales. La reciente colisión entre un gran catamarán profesional que transportaba pasajeros y un barco fondeado, mientras su patrón estaba borracho, causó varios heridos. La diferencia de trato entre profesionales y navegantes merece ser cuestionada, mientras que nadie pone en duda que un conductor de camión o un particular al volante de un coche también deban estar sujetos a un límite de alcoholemia.

Algunos voluntarios de la SNSM han recibido un poco de formación para tratar con personas bajo los efectos de estupefacientes, pero desde luego no en medio del mar en plena noche. A veces hay que recurrir al sentido común y a la improvisación.

Aparte de los aspectos legales, es importante recordar que el patrón sigue siendo responsable de su embarcación y debe ser capaz de maniobrarla. Esta es la conclusión a la que llega Philippe Machefaux, Presidente de la estación SNSM de La Rochelle: "Cuando se asume la responsabilidad de un buque, hay que traerlo de vuelta junto con su tripulación".

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