¿Cómo nacieron las semirrígidas? De los prototipos hinchables a los neumáticos actuales

La idea de utilizar un recipiente lleno de aire para flotar y moverse en el agua no es en sí revolucionaria. La naturaleza, y los peces en particular, siempre han utilizado este método natural. Después, el hombre utilizó la técnica para fabricar embarcaciones. Al principio con fondos blandos, estos hinchables evolucionaron hasta convertirse en embarcaciones semirrígidas. Elementos de la historia.

Si queremos echar un vistazo histórico a los primeros diseñadores de embarcaciones hinchables, tenemos que remontarnos a los asirios y los chinos de las dinastías Sung y Ming, muchos siglos antes de nuestra era. Utilizaban pieles cosidas e infladas con aire para fabricar balsas.

Si realmente queremos hablar de embarcaciones de goma hinchables modernas, tenemos que dar un salto atrás, al siglo XIX, cuando el Duque de Willington intentó utilizar esta técnica para sostener puentes y desplazarse sobre el agua. Los ingleses también fueron muy activos en este campo, y el teniente Halkett utilizó una especie de canoa hinchable en una expedición al Ártico en 1844.

Los primeros hinchables de Zodiac

El fenómeno se extendió por toda Europa, pero fue en Francia donde el invento salió finalmente de las sombras gracias a un inventor genial, Pierre Debroutelle. Empleado de Zodiac, entonces fabricante de dirigibles y avionetas, había participado en todos los experimentos desde que se incorporó a la empresa. En los años 30, problemas de salud le obligaron a abandonar su carrera de piloto. Sin embargo, aprovechando su experiencia y sus conocimientos sobre técnicas de inflado, se dedicó a investigar y desarrollar prototipos. En 1934, diseñó una pequeña embarcación formada por dos flotadores unidos por una lona, pegada al fondo para evitar que penetrara el agua, y un tablón transversal en la popa, lo que facilitaba la remada y permitía equiparla con un motor. Había nacido el concepto de embarcación neumática moderna

Utilizado por los militares

En 1937, a petición del ejército, que buscaba un medio para transportar bombas a bordo de hidroaviones con suavidad y sin roturas, Pierre Debroutelle, inspirado por su invento, diseñó una balsa formada por dos flotadores y una tabla en la parte superior. La prueba fue concluyente y, a partir de entonces, nuestro hombre no dejó de mejorar su invento. Rápidamente añadió una borda transversal, luego una lona superior en el tercio de proa y, sobre todo, una quilla de madera que daba al barco una pequeña forma de V.

Pruebas patentadas con base flexible

El conflicto mundial frenó las ambiciones comerciales del barco. Sin embargo, Debroutelle aprovechó este periodo para mejorarlo en secreto. En 1940, empezó a probar el Tipo A en un estanque de Sologne, un barco que ya guardaba un gran parecido con los futuros MK I y MK II. Para la ocasión, hizo su aparición un nuevo elemento: el motor fueraborda, un Lutétia de 9 caballos. El 10 de agosto de 1943, la patente fue finalmente registrada, marcando el lanzamiento oficial de la moderna embarcación neumática. De hecho, la Zodiac fue la primera neumática homologada como embarcación por la Marina francesa.

Una carrera apoyada por el ejército

Pero el camino hacia el reconocimiento público seguía siendo largo. Una vez más, fue el ejército el que permitió a la embarcación iniciar una verdadera carrera. Su flotabilidad y su diseño desmontable atraían a los militares, y los primeros productos de Zodiac iban dirigidos a ellos.

Una carrera transatlántica para aumentar la popularidad

Sin embargo, la idea empieza a calar. Pequeños fabricantes de toda Francia y del extranjero desarrollaban prototipos. Pero un acontecimiento iba a cambiar el destino del neumático. A principios de los años 50, Alain Bombard, un joven médico hasta entonces desconocido para el gran público, logró una hazaña memorable. Trabajando sobre la supervivencia en el mar, a Bombard le costó mucho convencer a la gente de la validez de su teoría. En 1952, para demostrar su eficacia, decidió ponerse en la piel de un náufrago y se dispuso a cruzar el Atlántico sin agua ni comida, a bordo de una lancha neumática de 4,20 m. Sesenta y cuatro días y doce horas después, Alain Bombard pasó de la oscuridad a la luz, validando su teoría de la supervivencia en el mar y, al mismo tiempo, añadiendo otra dimensión a la embarcación neumática. A partir de entonces, no hubo quien detuviera la carrera de esta embarcación.

El boom del desarrollo

El apogeo de los treinta años gloriosos, la democratización de las actividades de ocio y de las vacaciones en el mar y las hazañas de Bombard impulsaron el mercado de las embarcaciones hinchables de recreo. Así surgieron numerosas marcas que ofrecían una gran variedad de productos. Vinculados a la náutica tradicional, los botes auxiliares seguían utilizándose mucho para navegar, a menudo equipados con orzas laterales. Al mismo tiempo, las formas de las embarcaciones auxiliares siguen siendo muy heterogéneas. El morro, a veces puntiagudo, a veces redondo, incluso cuadrado, va con flotadores más o menos tensos, a veces soportando formas de poliéster o de madera. Existen incluso algunos modelos de catamarán.

La distribución interior también tiene sus particularidades. Los asientos son hinchables, suele haber un pequeño parabrisas flexible y el mando a distancia ha hecho su aparición.

Cousteau en cabeza

En 1956, el club Motonautique Fluvial et Maritime fue el primero en reunir a propietarios de embarcaciones neumáticas. En 1960 se distingue por la organización de una travesía del Canal de la Mancha. En 1961, siete temerarios consiguen navegar de Calvi a Cannes en unas diez horas. Ese mismo año, el capitán Cousteau botó el Amphitrite, una enorme embarcación neumática propulsada por una auténtica batería de motores fuera borda. En los años sesenta se produjo una explosión de este tipo de embarcaciones. En 1970 ya existían unas veinte marcas en el mercado francés, de formas y tamaños muy variados.

Un casco rígido y flotadores flexibles

En los años 70, la aparición de las semirrígidas cambió todo eso. Aunque algunos atribuyen el invento al francés Paul Brot, parece que la idea surgió en Gran Bretaña. El francés sólo tuvo el genio de desarrollarla y explotar el principio. Sea como fuere, esta innovación iba a revolucionar el mundo de los neumáticos, y los semirrígidos se harían con la mayor parte del mercado durante los quince años siguientes. Los italianos fueron los pioneros, pues no inventaron la semirrígida, pero supieron hacerla crecer y dotarla de alma.

Un éxito duradero

Hoy existen más de trescientos fabricantes en todo el mundo, y más de cuarenta marcas sólo en el mercado francés. Una evolución que confirma el increíble éxito de esta embarcación. Hoy en día, es una de las embarcaciones más vendidas en Europa y en el resto del mundo. De los militares a los simples navegantes domingueros, las neumáticas se han adaptado para ofrecer una polivalencia sin igual.

Más artículos sobre el tema