¿Cómo incorporar el avance de un barco a su navegación y sus maniobras?

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Un barco no se detiene en seco cuando se apaga el motor o se arrian las velas, sino que sigue avanzando arrastrado por su inercia. Esto se conoce como avance. Esta velocidad residual influye en la capacidad del barco para maniobrar y detenerse con suavidad. Comprenderla y gestionarla bien significa evitar los aterrizajes bruscos, las trayectorias incontroladas y las galernas.

¿Qué es exactamente un error?

El deambular es el movimiento que mantiene una embarcación después de que se haya cortado su propulsión. Al igual que un coche que sigue su camino si no lo frenas, una embarcación continúa planeando sobre el agua, ralentizándose gradualmente debido a la resistencia del agua y del viento. Cuanto más pesada y rápida sea una embarcación, más tardará en detenerse.

Esta inercia desempeña un papel clave en la navegación. Sin avance, es difícil controlar un barco, porque es el movimiento en el agua lo que permite que el timón sea eficaz. Por el contrario, si la deriva es excesiva, se corre el riesgo de entrar demasiado deprisa y de perder precisión en las maniobras.

¿Por qué es tan importante la distancia de seguridad para maniobrar?

El avance es esencial para un buen manejo de la embarcación. Al atracar, por ejemplo, hay que controlar la velocidad. Demasiado avance y chocarás contra el muelle, demasiado poco y perderás el control en el último momento.

Cuando se quiere cambiar de dirección, el avance es igual de crucial. Si está bien gestionada, el barco responde suavemente al timón. Si es demasiado débil, el timón se vuelve ineficaz y hay que aumentar un poco la propulsión para mantener el control.

En espacios reducidos como un puerto o un canal, una velocidad residual mal controlada puede convertirse rápidamente en un problema. Demasiada velocidad residual dificulta el ajuste de las trayectorias, lo que aumenta el riesgo de colisión o deriva involuntaria.

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Errores que hay que evitar

Una mala gestión de los vagabundos puede dar lugar a dos situaciones problemáticas:

  • Por un lado, un barco sin rumbo se vuelve prácticamente incontrolable. El timón ya no tiene agua suficiente para ser eficaz, y si además hay viento o corriente, el barco puede dar bandazos incontrolables.
  • Por otro lado, un avance excesivo complica las paradas y hace que las maniobras sean arriesgadas. Ponerse al costado demasiado rápido, entrar en una esclusa en el orden equivocado o tomar un rumbo demasiado largo puede convertirse rápidamente en un incidente.

Cuando se levante un ancla, es mejor llegar navegando que utilizar el motor hasta el último momento. De este modo, el ancla se iza más limpiamente y se evita que se arrastre innecesariamente antes de estar firmemente sujeta al fondo.

En una esclusa, la velocidad adecuada ayuda a evitar los golpes contra las paredes y a amarrar el barco sin problemas. Demasiada velocidad y se chocará contra la pared. Demasiada poca y corres el riesgo de perder el control en el último momento.

Al navegar por un canal o un puerto, la velocidad debe ajustarse en función del espacio disponible. Demasiado rápido y corre el riesgo de no poder virar correctamente. Demasiado despacio y se pierde precisión y puede ser arrastrado por el viento o la corriente.

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¿Cómo controla su pasión por viajar?

El truco está en pensar con antelación. No esperes al último momento para reducir la velocidad. Si reduces gradualmente tu propulsión, podrás mantener tu avance bajo control, de modo que puedas detenerte en el lugar adecuado sin perder el control.

El timón y las hélices de proa también son valiosos aliados. A bajas velocidades, el timón pierde eficacia, mientras que las hélices pueden compensar y ajustar la dirección sin necesidad de velocidad.

Por último, siempre hay que tener en cuenta los factores externos. Navegar contra el viento ayuda a reducir la ventaja de forma natural, mientras que el viento de popa la prolonga y requiere una anticipación aún mayor.

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