Para combatir el frío, hay que entender cómo funciona el cuerpo, tomar una pequeña clase de fisiología. El cuerpo mantiene constantemente una temperatura de entre 36,1° y 37,8°, dependiendo del lugar del cuerpo donde se realice la medición. Para mantener esta temperatura constante, el cuerpo gasta energía. Tiene varias soluciones para mantener el calor:
- hacer trabajar los músculos en forma de escalofríos (reflejo incontrolable)
- vasoconstricción (reducción del tamaño de los vasos sanguíneos) para que fluya menos sangre por ellos. Esta disminución de la circulación comienza en las extremidades, por lo que primero se sienten frías las manos o los pies.
Un gorro para mantener los pies calientes
Para protegerse, el cuerpo protege primero las partes vitales del cuerpo, como la cabeza, el cuello o los órganos de la caja torácica (corazón, pulmones...). Al mantener estas partes calientes (con un gorro en la cabeza, por ejemplo), el cuerpo puede entonces irrigar y calentar mejor el resto del cuerpo.
Así pues, para protegerse eficazmente del frío, hay que empezar por protegerse la cabeza. Entre el 50 y el 60% de la pérdida de energía se produce por esta vía, sobre todo porque la vasoconstricción no es eficaz en el cuero cabelludo (y para mí, que no tengo pelo, es aún peor).
Entonces pensaremos en defender su cuello, otra zona de pérdida de calor. Para ello, evita las entradas de aire frío cerrando todas las trampillas (cuello, vellón...). Por último, cuidamos las extremidades cubriéndolas con guantes o botas.
El aire es el mejor aislante
Para mantener el calor, debes ser capaz de atrapar una capa de aire a tu alrededor y mantenerla allí. Una vez calentado, formará el mejor aislamiento. Por eso el pelaje polar es tan cálido: atrapa el aire en sus rizos.
Teniendo esto en cuenta, entendemos la necesidad de elegir ropa holgada, un buen consejo para los guantes y las botas. Las manos y los pies no deben comprimirse para mantener el calor.
