Estamos en Los Ángeles, en la costa oeste de Estados Unidos, frente al Pacífico. Un velero está en apuros, conducido hacia las rocas con todas las velas izadas. Las olas lo empujan hacia la costa, directamente en el muelle con, obviamente, dos personas a bordo.
Afortunadamente, la construcción de este pequeño barco (8 m) es sólida. Porque ante los golpes que recibe, no se rompe. Los equipos de rescate locales han sido alertados y están en el lugar. Pero no podrán intervenir.
De hecho, a pesar de que un buceador se lanza al agua para intentar pasar una sirga por encima del yate en apuros, el barco se libera de su trampa. La vela mayor, que ha permanecido trimada, es suficiente para liberarlo una vez que las olas han colocado el velero sobre la viga.
Sólo falta que un oficial de seguridad suba al barco para despejarlo un poco (incluso bajando las velas) y remolcarlo a puerto.
Una buena operación por parte de los socorristas, que aunque no intervinieron, estuvieron allí para alejar el peligro inmediato. Un vídeo que retuerce las tripas a la vista de los golpes recibidos por el velero, pero que al final acaba bien aunque este barco tendrá que ir sin duda al astillero a curar sus heridas
